Asociar una esplendorosa naturaleza vegetal a un cementerio es facilitar una aproximación a la continuidad de la Vida. Revegetar los cementerios y crear paisajes naturales en ellos es una opción que se explora en muchas ciudades del planeta. De hecho incluso hay buenos manuales sobre el tema.
Mejorar pues el paisaje de los cementerios es una opción que contribuye al combate contra el cambio climático. En nuestro país hay algunas iniciativas de renaturalización (1), pero son todavía excepcionales.
En el paisaje de los cementerios se puede reproducir el ciclo estacional de las plantas. De este modo el paisaje fúnebre se rejuvenece cada año con verdes brotes de vida o el colorido de nuevas flores. El paisaje fúnebre se convierte entonces en una metáfora de la Vida..
Tanto da si el cementerio se diseñó para la visión de la muerte terrenal como antesala de un nuevo comienzo, como si se trata de una visión más espiritual, como tránsito para volver al Origen.
En todos los casos, un cementerio lleno de naturaleza es reconfortante. A más vegetación, las tumbas pueden reducir su huella ecológica y evitar futuros residuos o que estos sean mínimos.
Hasta hace bien poco nadie cuestionaba el impacto del plástico sobre el medio ambiente. Algo similar debe acontecer con la visión que tenemos de un cementerio.
En el fondo un cementerio es un espacio para que se pudra la madera y un cadáver lleno de productos químicos. Francamente ambos, ambos procesos son mejorables en términos de ecología práctica.
Un cambio necesario
Es hora de reclamar que los cementerios no sean ajenos a un diseño y gestión de bajo impacto ecológico y que no contaminen el entorno natural y cercano.
A este objetivo pueden responder en parte los cementerios naturales que permiten el entierro en la naturaleza sin cavidades de hormigón. Pero también se podrían inhumar cadáveres previamente compostados.
En un futuro puede que la mejor opción ecológica para la inhumación en un cementerio sea el compostaje de cadáveres (véase recomposición o humusación).
Revegetar los cementerios, es también reconvertir las tumbas y llenarlas de plantas. Los entierros naturales pueden servir a la necesaria transición.
El cambio climático nos reta a reconsiderar cómo gestionamos los espacios verdes urbanos y ofrecer ciudades más robustas y resistentes.
Para aplicarse en la sostenibilidad de la gestión de la jardinería urbana, muchas ciudades se esmeran en reconvertir los espacios verdes con especies autóctonas y de bajo consumo de agua.
Hace lustros que la gestión hídrica de los céspedes urbanos está en entredicho. También lo está la aplicación de determinados productos químicos fitocidas por su toxicidad ambiental.
Por eso en Europa hay cada vez más cementerios que se aplican en la gestión ecológica de los mismos (1).
Los cementerios ajardinados sin criterios de sostenibilidad pueden convertirse en un lujo inasequible según como evolucione el clima. En España tenemos pocos cementerios-jardín, pero en Europa son muy comunes (2).
La lucha contra el cambio climático es una buena razón para impulsar el entierro natural dentro de los cementerios urbanos.
Más verde, menos cemento
Para cambiar el modelo de los actuales cementerios se precisa de la aceptación del público, pero también el compromiso de políticos y técnicos municipales.
Reconvertir el actual diseño de los cementerios urbanos para reducir su huella ecológica es un imperativo. Se debería educar para que si se escoge la inhumación en cementerio, esta no sea en una tumba tradicional.
Una iniciativa interesante en este sentido es la propuesta de Grave Gardeners, un grupo de voluntarios que en la ciudad de Filadelfia revegetalizan tumbas en el cementerio The Woodlands.
Recordemos que a principios del siglo XX en Estados Unidos, algunos cementerios se concibieron como espacios verdes donde la población iba de picnic los días festivos (3).
En algunos cementerios urbanos de diversos países de Europa (Francia, Reino Unido, Holanda, etc.) se están habilitando espacios concretos para entierros naturales.
Un caso reciente es la sección de 1.500 metros cuadrados para ubicar unas 150 parcelas de entierro verde en el cementerio del suburbio parisino de Ivry-sur-Seine.
Este tipo de iniciativas está brindando la oportunidad para que la población pueda inhumarse con un proceso de baja huella ecológica. Además, por su diseño permite que la ciudadanía se beneficie de espacios verdes con vegetación autóctona y libres del uso de plaguicidas tóxicos.
Un cementerio urbano verde ofrece un paisaje más amigable para estar en contacto con la naturaleza. De hecho, la presencia de zorros en algunos de los cementerios parisinos muestra que pueden ser espacios para la biodiversidad.
La experiencia de revegetar los cementerios, la reconversión de los cementerios urbanos en cementerios verdes es positiva. Sin embargo, no avanza a la velocidad que sería necesario. En España sólo unas pocas voces, como la del naturalista Joaquín Araujo, lo pregona.
Es cierto que hay algunos intentos de mejora del paisaje fúnebre, así como del fomento del entierro natural. Poder inhumar sin tumba de hormigón cambiaría por completo el paisaje de los cementerios, tanto los de nueva creación como los existentes.
Otra perspectiva la encontramos en las antípodas, en Tasmania, donde están enseñando a la población técnicas funerarias como el amortajamiento y de este modo poder preparar el entierro en casa.
Con el cadáver amortajado en casa se reduce una parte del impacto ambiental y de este modo se inhuma o se incinera sin féretro.
Enterrar sin ataúd
Comprender que se puede enterrar sin ataúd es un actitud ecológica necesaria ante la crisis climática que nos afecta.
El entierro natural plantea, por tanto, además de cuestiones filosóficas, la posibilidad de una reformulación de estos equipamientos fúnebres.
En los cementerios del futuro, lo sagrado debería será el humus de cada cuerpo compostado convertido en fertilidad para el suelo y las plantas.
Una de las razones para impulsar el entierro natural en cementerios verdes o espacios reconvertidos dentro de los recintos fúnebres, es precisamente su contribución a minimizar el cambio climático.