Los cementerios concebidos como ciudades de los muertos, se deben refundar. Son un invento relativamente moderno ya que se construyen en el siglo XVIII como intento de controlar la calidad higiénica de las aglomeraciones humanas.

A finales del siglo XIX, aparece el concepto de cementerio jardín. En nuestro país se edita un libro sobre la temática titulado "Principios de botánica funeraria", pero más allá de alguna intervención paisajística se aplica el método de encerrar la putrefacción a cal y canto.

Hoy el concepto del cementerio jardín o de cementerio natural intenta abrirse paso en algunos países e incluso aparecen manuales para reverdercer los cementerios.

Pero, la muerte sigue siendo un tabú y ningún político apuesta para dar un paso firme hacia un concepto ecológico de gestión funeraria donde los cementerios sean espacios para enterrar cuerpos compostados.

Un cementerio no debería ser un  lugar para llenarlo de lápidas de mármol o señas de propiedad, sino para que fueran un espacio de recuerdo memorial colectivo.

Incorporar vegetación y aplicarse en el paisajìsmo en los cementerios es una asignatura pendiente, pero la verdadera revolución transitoria son los cementerios verdes.

En Europa, con la cantidad de muertes anuales, 10,2 por mil habitantes de la población (1), la administración ha impulsado la incineración ya que con ella se libera espacio físico urbanizable.

Lamentablemente, la incineración no es el método más ecológico (2) (3), aunque pueda ser relativamente eficiente en términos de consumo energético y costes ambientales.

Avanzar hacia la muerte fértil

Convertir el cuerpo humano sin vida en fertilidad como propone el compostaje de cadáveres, sería una opción ecológica que permitiría dar más cabida a la gestión de la mortalidad actual.

A diferencia de la inhumación en nicho o tumba dejando el proceso natural de putrefacción, el tiempo para una reducción importante de los restos cadavérico supera los dos años.

En cambio, con el compostaje, estos son pura fertilidad en poco más de dos meses. El humus obtenido tras el proceso de compostaje de un cadáver, podría reincorporarse en un concepto renovado de cementerios verdes, es decir, de cementerios diseñados como espacios naturales de memoria y de fertilidad a favor de la biodiversidad.

Necesitamos refundar los cementerios y convertirlo en espacios de silencio pero impregnados de simplicidad material, contribuidores de la conservación de la biodiversidad y a la vez de lugares para recordar las vivencias de los seres queridos que nos acompañaron durante un tiempo.

En el Reino Unido, Holanda y Francia hay cementerios verdes donde se entierra directamente al suelo con un ataúd ecológico o una simple mortaja. Es la forma más amorosa actual de retorno a la materia orgánica útil al planeta Vida. Pero también es cierto que una sociedad densificada como la actual, exige reformas importantes del concepto funerario.

De ahí que el compostaje de cadáveres con biotecnología microbiana, por ejemplo, (microorganismos eficientes, etc.) sería la opción más ecológica y aunque no inmediata en tiempo como la incineración, sí suficientemente rápida.

El compostaje de cadáveres es una opción clave para crear un nuevo tipo de cementerio basado en la fertilidad y de paso reconvertir al contaminante sector funerario actual.

Fotos: Natuurbegraven de Utrecht

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