El futuro de los cementerios habría que imaginarlos reconvertidos en espacios memoriales verdes para el enterramiento natural.
Esta visión no sólo permite la conservación de determinados espacios naturales, también facilita que nos despojemos de la mala costumbre de querer apropiarse físicamente de la tierra incluso como cadáveres.
Los sitios de enterramiento natural o cementerios verdes, respetan la apariencia natural de la tierra. Los cementerios verdes o naturales ya son espacios de memorial colectiva y son lo contrario de los cementerios urbanizados a modo de parcelario de cadáveres.
En un cementerio natural hay suficiente espacio libre para albergar también el humus obtenido en el proceso del compostaje humano.
En una lógica de evolución humana hacia el decrecimiento y el respeto por nuestro entorno natural, la inhumación directa al suelo y el compostaje humano son las dos opciones menos lesivas para el entorno natural.
En los entierros verdes se emplean ataúdes y sudarios de materiales naturales y sostenibles y, por tanto, se reduce el impacto ambiental de la inhumación en la tierra y el entorno circundante.
La autorización del compostaje humano en algunos estados de Estados Unidos abre nuevas perspectivas para entierros ecológicos.
El humus obtenido del compostaje de un cadáver es fertilidad que puede reposar en un cementerio natural y extender así la idea del entierro minimalista y de baja huella de carbono.
Por supuesto, el compost obtenido en este tipo de tratamiento funerario post mortem en Estados Unidos ya puede depositarse tanto en sitios naturales, pero también en recintos funerarios específicos.
Algunas personas y colectivos imaginamos los cementerios como espacios naturales con cadáveres que contribuyen a la fertilidad de la naturaleza.
De hecho, algunas de las entidades que realizan el compostaje humano o reducción orgánica natural en Estados Unidos ofrecen diferentes opciones. Algunas, incluyen acuerdos con espacios naturales para custodiar el humus de los difuntos que han escogido este método.
Los cementerios verdes crean conciencia sobre la necesidad de proteger la naturaleza y sus criaturas, animales y vegetales.
La inhumación directa al suelo facilita que las personas puedan reducir su "huella ecológica" al morir. El reto al que se enfrentan los cementerios españoles es sencillo: reconvertir el negocio.
Tienen que dejar de ser agencias inmobiliarias de parcelas para la eternidad, por gestionar espacios naturales que honren la memoria de la ciudadanía del lugar.
La creciente implantación de la cremación ha hecho replantear el diseño y la funcionalidad de algunos cementerios en Europa, especialmente, a raíz de la aparición del llamado enterramiento natural primero en el Reino Unido, y luego en Francia, Holanda, etc.
Un caso reciente y paradigmático es la reconversión de una sección de 1.500 metros cuadrados para ubicar unas 150 parcelas de entierro verde en el cementerio del suburbio parisino de Ivry-sur-Seine. Otros cementerios en Francia se están reconvirtiendo para ser espacios de entierro directo al suelo.
Este tipo de iniciativas está brindando la oportunidad para que la población pueda inhumarse con un proceso de baja huella ecológica. Además, un cementerio sin hormigón aporta soluciones basadas en la naturaleza que permiten que la ciudadanía se beneficie de espacios verdes con vegetación autóctona y libres del uso de plaguicidas tóxicos.
Un cementerio urbano verde ofrece un paisaje más amigable para estar en contacto con la naturaleza. De hecho, la presencia de zorros en algunos de los cementerios parisinos muestra que pueden ser espacios para la biodiversidad.
La experiencia de revegetar los cementerios, la reconversión de los cementerios urbanos en cementerios verdes es positiva. En España, sólo unas pocas voces, como la del naturalista Joaquín Araujo, pregona la necesidad de naturalizar los cementerios.
Las calles de nichos de hasta siete pisos es el paisaje típico de los cementerios españoles. Es cierto que hay algunos intentos de darle un aspecto más "natural" al cementerio.
Tenemos buenos ejemplos de intentos de naturalizar la superficie de algunos camposantos. Entre estos pocos, podríamos enumerar el Cementerio Parque de la Paz (Alcobendas), el Cementerio de Roques Blanques (Barcelona) o el Cementerio de la Paz (Valencia), gestionados para fomentar un paisaje más "verde". Pero, lo que no evitan es el empleo de hormigón.
Una buena tendencia a impulsar sería pues inhumar sin tumbas de hormigón con enterramientos directos al suelo, sin necesidad de "alquilar" la parcela.
En síntesis: el paisaje de ciudad de hormigón llena de cadáveres debe evolucionar. Hay que abrazar la idea que los difuntos se disuelven en la tierra y permanecen en la memoria de la naturaleza que nos rodea y que han alimentado a lo largo de su existencia.