En la novela Dune de Frank Herbert, el pueblo Fremen, que debe conservar el agua frente al calor asfixiante de su planeta, cuando alguien muere se le extrae el 70 % del agua del cuerpo.

Esta agua se vierte de forma memorial en un lago que conserva en este elemento el recuerdo de todas las almas que perecieron.Preservar la memoria de quiénes nos precedieron puede ser una forma de honrar a aquellos que ya no están entre nosotros.

Desde esta perspectiva, desde un espacio para la reflexión y la memoria los cementerios tomarían un nuevo sentido. Hay que reinventar los cementerios, para que sean sin hormigón, sin lápidas ni cruces y con entierros directos al suelo.

Cementerios jardín o naturales donde además se custodie el compost de quienes escogieron este método, cementerios que de este modo se adapten a los nuevos preceptos de sostenibilidad que exige la sociedad actual.

La fertilidad cadavérica
Tumba abandonada e invadida por la vegetación espontánea. Foto: Funeral Natural

Claramente, los cementerios deben acometer su reinvención, al igual que se hace con los llamados Plan de Barrio de las ciudades satélites amontonadas en las metrópolis.

En el caso de los cementerios, no se trata tan sólo de reverdecerlos, sino de refundarlos, de convertirlos en espacios de memoria.

Los cementerios deben evolucionar hacia espacios dignos, ecológicos y saludables para todas, no sólo para las que quisieron que su cuerpo reposara en la ciudad que los acogió, los vio nacer o simplemente les facilitó el final.

Los cementerios verdes que existen ya en diferentes países, crean conciencia sobre la necesidad de proteger la naturaleza y sus criaturas, animales y vegetales.

La inhumación directa al suelo facilita que las personas puedan reducir su "huella ecológica" al morir. La putrefacción no es tóxica aunque huela mal.

Los cementerios naturales y las normas ambientales que los autorizan demuestran que el enterramiento natural no contamina las aguas subterráneas si se toman unas precauciones mínimas.

Este es el reto al que se enfrentan los cementerios españoles: reconvertir el negocio de agencia inmobiliaria para la eternidad, por el de espacio natural que honre la memoria de la ciudadanía del lugar.

El sentido de la memoria colectiva
Es un cementerio-parque en mayúsculas, un lugar para visitar que sorprende por su naturaleza esplendorosa, su historia y su ambiente que inspira paz e incita a disfrutar de la vida entre los muertos. Foto: Cementerio y parque de Ohlsdorf (Hamburgo, DE)

La memoria colectiva debería poderse conservar en espacios naturales pristinos en los que la esencia material de cada ser humano se disolvió en los átomos que un día pertenecieron a las estrellas.

La historia de los cementerios, como todo, tiene su recorrido. Su temporalidad, aunque alberguen restos mortales que esperan la llegada de la eternidad, no escapa a las garras del tiempo o la venganza de la historia.

Cada cual podría hacer su propio catálogo de cementerios abandonados, trasladados, perdidos, de tumbas al lado de ermitas sin nadie que las recuerde. Vestigios de tiempos pasados que intentan persistir a base de cruces oxidadas y lápidas rotas.

El cementerio del siglo XXI debería ser un jardín con elementos artísticos rodeados de naturaleza. Espacios naturales urbanos o periurbanos donde la población puede recordar a sus fallecidos. Cada cual podría encontrar un rincón propio donde recordar a los suyos.

Algunos de los cementerios-jardines europeos contienen tumbas, pero también amplios espacios verdes. El cementerio y parque de Ohlsdorf de Hamburgo (Friedhof Ohlsdorf) en Alemania. es un buen ejemplo de oasis memorial lleno de vida, un hermoso parque que es el hábitat de muchos animales silvestres.

Cada día muchos cementerios deben retirar tumbas y nichos que quedaron abandonados. Esta es la oportunidad para ir convirtiendo poco a poco las calles hormigonadas del típico cementerio urbano español en parterres ajardinados.

Hay que concienciar a la población que el impacto ambiental de los cementerios "urbanizados" de bloques de hormigón para nichos o plazas duras repletas de tumbas no cumplen con los objetivos de la necesaria sostenibilidad.

El siglo XXI debería ser la oportunidad para reconvertir los cementerios y autorizar los nuevos métodos post mortem como el compostaje o la hidrólisis alcalina de mínima huella ecológica. Igualmente, el entierro natural directo al suelo sin señas de identidad va en esta línea en los llamados cementerios verdes o naturales.

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