El cine, como la lectura de un buen libro, puede ser una herramienta terapéutica. Se habla de los libros de autoayuda, pero hay películas que cumplen la misma función. La cineterapia es el empleo del visionado de películas o escenas para tratamientos psicológicos.

Basicamente, el cine lo entendemos como una forma de entretenimiento. Y es verdad, thrillers, comedias, dramas, aventuras, terror son géneros cinematográficos. Sin embargo, detrás de cada historia hay un guion que aporta ideas incluso realidades para reflexionar.

Visualizar determinadas películas puede ayudar desde superar un duelo, hasta cambiar la actitud hacia la muerte, el suicidio, etc. A través de los personajes del film surgen emociones, sentimientos y pensamientos que pueden ser terapéuticos y pedagógicos.

Por este motivo esta web, dedicada a aportar información para romper el tabú de la muerte, tiene una amplia colección de reseñas de películas ordenadas por temas relacionados con la muerte en sentido amplio. Veamos algunos ejemplos aplicables a posibles terapias bajo la supervisión experta*.

(*) Por protección de datos, los nombres citados de pacientes y terapeutas son ficticios.

Cineterapia y la muerte
Escena del film Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock

La cineterapia sería el uso de películas, documentales, escenas o cortometrajes como herramienta para intervenir en determinadas situaciones de índole psicológica que afecten a una persona.

Las películas, como las fábulas, las obras de teatro o las novelas son una más de las metáforas de la vida. Sin embargo, a diferencia del recurso literario, el cine puede tener un mayor impacto emocional.

El impacto causado por el lenguaje cinematográfico puede ser descomunal. Tenemos muchos ejemplos de ellos. De entre todas, a lo largo de la historia del cine, destacan los 52 planos de la famosa escena del asesinato en la ducha de la película “Psicosis” (1960) de Alfred Hitchcock (1899-1980).

Alfred Hitchcock, en toda su filmografía se manifestó de forma audaz y capaz, cuando se terciaba, de anticipar la angustia y encontrar elementos que se asemejen en su connotación para jugar con la inteligencia del espectador.

El sonido, la música y la aproximación de cada escena, amén de efectos especiales, junto a los diálogos o el decorado sea natural o arquitectónico, otorgan una fuerza descomunal al cine.

En el cine caben todas las emociones y eso lo convierte en un recurso terapeútico. En manos de un buen criterio puede ser un instrumento para aliviar una determinada dolencia psicológica.

Amoroso, apasionante, celestial, contundente, diabólico, divertido, elegante, fascinante, frío, humilde, impactante, inquietante, instructivo, inteligente, mágico, morboso, mordaz, pasajero, sigiloso,  visionario, etc. son algunas de las cualidades que pueden emerger de un celuloide.

El miedo a morir y rastros de otras vidas
Fotograma del film Orígenes (2014) de Mike Cahill

Las emociones que nos muestran en una película pueden servir al terapeuta y al paciente para hacer conjeturas o analogías. Puede servir para observar cómo se percibe una determinada situación, se afronta una emoción o se resuelve una decisión.

La ficción en el cine nos abre a un mundo de posibilidades ilustradas que facilitan el abordaje de temáticas complejas, Por ejemplo, se puede especular frente al miedo a morir de una determinada manera desde la posibilidad de una situación vivida en otras vidas.

O incluso nos puede permitir valorar posibilidades filosóficas que de otro modo requerirían de una profundización intelectual nada fácil.

Así por ejemplo la película Orígenes (2014) toda ella nos adentra y especula sobre la reencarnación y que determinados miedos irracionales puedan estar ligados a impactos sufridos en otras vidas.

De hecho, este sería el caso de María quién tras visionarla con su terapeuta empezó a recordar historias que le habían contado de su abuela. Ella no la había conocido pues había muerto año y pico de que naciera.

Para María muchas de sus aficiones tras conocer la historia de su abuela y ver Orígenes acertó en valorar que quizás algunas de sus aficiones y comportamientos podían ser implantes de cosas vividas por su abuela.

Por supuesto que era una especulación cinematográfica, pero aunque María tiene su vida propia y el entorno actual no se parece en nada al de cuarenta años atrás, esta película le dio pistas para superar determinados miedos.

Algo parecido le sucedía a Ricardo cuya gran preocupación frente a la muerte era la amenaza de lo que le esperaba después de fallecer. En este caso, tras visionar la película Ciudad Astral (2010) su concepción sobre la muerte dio un giro copernicano. Le impactó enormemente la idea de "la muerte como aliento renovador y que la noción de la eternidad no le haría sufrir, ya que siempre estamos a tiempo de recomenzar."

Los jóvenes también mueren
Fotograma de Restless o Cuando el amor es para siempre (2011) de Gus Van Sant

La cineterapia o visionar películas bajo supervisión de un terapeuta contribuye al bienestar de los pacientes y les ayuda a afrontar los retos de la vida. En realidad, el cine actúa como si de un "simulador" se tratara. Lo que sucede en el film no pertenece a nuestra vida, pero invita a comparar, analizar y sostener algunas realidades propias.

La persona puede aprender del comportamiento de los personajes y, por tanto, servirle de inspiración o incluso de motivación para afrontar sus propios retos. Así que para cada situación psicológica el terapeuta puede seleccionar la película o escena más adecuada.

La muerte en los jóvenes, ya sea por enfermedad y más recientemente por suicidio, se ha convertido en una realidad que afecta de forma notable a muchas adolescentes ya sea como dolientes o porque se enfrentarán a su propia muerte en breve.

Mientras que Si decido quedarme (2014) de R.J. Cutler nos lleva a las reflexiones de una adolescente en coma por un accidente en el que a muerto toda su familia. En estado comatoso su espíritu que se debate entre desfallecer o retomar la ilusión por afrontar la vida que le espera si no muere. Una experiencia similar había vivido Lourdes y esta película la conectó con su propia vivencia liberándola del duelo para recuperar su empoderamiento.

En cambio, Yo, Él y Raquel (2015) de Alfonso Gómez-Rejón nos sitúa frente a una joven cuya vida tiene los días contados y como junto a sus amigos se prepara para su final. Algo parecido sucede de en Restless o Cuando el amor es para siempre (2011) de Gus Van Sant, donde una chica llena de vida, pero con escaso tiempo para vivir, le da chispa a otra que ha perdido su camino vital y que no alberga más esperanzas.

Restless, trata sobre la aceptación d la propia muerte, pero también de lo importante de planificar la despedida, de imprimirle a este adiós vital la alegría que también caracterizó nuestra llegada.

Esta situación, que también plantea aunque con una joven treintañera Un pedacito de cielo (2011) de Nicole Kassell ,es un buen ejemplo para plantearse la enfermedad terminal  no como enemiga sino como una aliada para tomar conciencia de la vida.

Muchos temas y muchas escenas
Fotograma de Cuando ya no esté (2017) de Niall Johnson

La cineterapia, finalmente, no hay duda que puede ayudar a las personas a mejorar su estado de ánimo, a inspirarse para afrontar sus problemas o incluso encontrar soluciones para los retos a los una persona se enfrenta,

Es verdad que no basta con leerse una sinopsis para escoger una película. Ahí el papel del terapeuta como experto en el problema psicológico de su paciente es clave.

Igualmente es clave que sepa como plantear el trabajo terapéutico que ofrece cada una de las escenas o el film entero respecto a las opciones para aportar otras visiones al problema que se plantea.

En el cine influye en una parte por  la perspectiva del guion y por la otra por el entorno social donde se produce. Por ejemplo, Cuando ya no esté (2017) de Niall Johnson aborda como una madre joven que vive en un entorno rural del Reino Unido y va a morir, quiere reducir el impacto emocional que dejará a sus hijos y marido ante la pérdida que se les avecina.

En cambio, Après moi le bonheur (telefilm de 2015) de Nicolas Cuche, de firma francesa, nos lleva al caso real de una madre trabajadora, separada que luchará para que tras su muerte sus hijos no vayan a un orfanato.

En una película alemana, como El fin es mi principio (2010) de Jo Baier basado en un libro de Tiziano Terzani (1938-2004), aventurero, apasionado periodista, lo que se destaca es una reflexión profunda sobre cómo morir cuando la enfermedad terminal llega a su fin. Algo muy diferente de la aproximación de Truman (2015), la película española de Cesc Gay, donde el final de vida del personaje está condicionado por la amistad.

En cualquier caso, es cierto que ante el final de vida, el acompañamiento al moribundo es todavía una asignatura pendiente, aunque tímidamente van creciendo las llamadas doulas de la muerte.

Pero, no es menos cierto que para la clase médica las enfermedades graves se solucionan aplicándose en la medicación y las intervenciones paliativas si es el caso.

Asi pues, las películas sobre el final de vida pueden inspirar a una persona a reflexionar para afrontar su propia muerte con mayor conciencia y dignidad.

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