Cartel Un pedacito de cielo

Un pedacito de cielo

Título original
A little bit of heaven
País
Estados Unidos
Fecha de edición
2011
Duración
106 min
Género
Romance, enfermedad terminal
Dirección
Nicole Kassell
Reparto

Kate Hudson, Gael García Bernal, Kathy Bates, Lucy Punch, Peter Dinklage, Romany Malco, James Hébert, Whoopi Goldberg,Treat Williams, Johann Urb, Rosemarie Dewitt

Fotografia
Russell Carpenter
Música
Heitor Pereira
Montaje
Stephen A. Rotter, con guion de Gren Wells
Producción
The Weinstein Company, The Film Department y Davis Entertainment
Distribución
Paycom Cinema
Estreno en España
2013 (Agosto)
Público
Sinopsis

Marley Corbett, una provocadora joven y prometedora publicista de Nueva Orleans, lleva una vida sin creer en el amor, sorteando las relaciones y evitando involucrarse sentimentalmente.

Un dia de forma inesperada le diagnostican un cáncer de colon con metástasis avanzado que no puede ser intervenido.

Entonces, su vida da un giro absoluto, no sólo por ser el inicio de un gran amor, sino por tener que asumir que lo que le queda de vida no quiere vivir sin calidad este amor efímero que ha encontrado.

Un pedacito de cielo fue criticada por ser un romance tonto y lacrimógeno; de ser una película simplona, mal concebida y ejecutada.

Sin embargo, desde nuestra visión calificarla de una película sin interés quizás se deba a que el guion se emplea a fondo para transgredir algunas realidades políticamente incorrectas.

El amor no se acaba

En primer lugar, la protagonista es una consumidora de relaciones masculinas y todo su mundo de éxito está volcado hacia a fuera y exhibe un carácter claramente irreverente con todas las personas.

En segundo lugar, el cáncer que le detectan en realidad no tiene cura, y aunque le proponen un tratamiento experimental, pronto lo rechazará. Algunos opinan que el cáncer es demasiado serio y que lo trata de forma poco respetuosa. Lo cierto es que rompe con las normas sanitarias impuestas.

En tercer lugar, (no es hacer spoiler) decir que la protagonista morirá ya que deja que la enfermedad haga su curso pues su objetivo será poner, a su modo, en orden todos los aspectos de su vida.

Destacable pues es que en esta película, la enfermedad terminal no es más que una excusa para que la protagonista tome conciencia de que el amor nos llena cuando lo repartimos, no tanto al recibirlo y que todo lo que nos rodea merece nuestro amor.

Entonces el amor no se acaba ni con la muerte y este amor puede permanecer en la esencia de los seres queridos que nos han compartido su existencia.

El amor empieza en uno mismo

Cada persona puede sentir amor ilimitado sin importar lo que los demás hagan. Lo esencial es cuanto amor podemos sentir y dar, no tanto cuanto nos aman.

El amor se convierte en desbordante cuando damos consciencia a la experiencia presente. El amante ideal es aquel que nos da mucho espacio para ser nosotros mismos, pero aún así conecta con lo que somos. No limita al objeto del cual se es consciente, pero sí mantiene contacto con este. Y este es el médico judio-mexicano, Julian Goldstein.

Cada uno de los retratos de la protagonista cuando asume su final, junto con los tres deseos que el cielo le va a conceder antes de morir, es precisamente para dar todo su amor en cada relación.

Con su novio Julian, con sus amigas, Sarah y Renee, con su amigo homosexual Peter o con sus padres, Marley va tejiendo a lo largo del final de su vida el ropaje que les legará.

Un forma de entender el final de vida para que los que permanecen puedan asumir su pérdida. Y precisamente, por ello les pide que su funeral sea una fiesta por todo lo alto.

La enfermedad no es la enemiga

No es habitual asistir a películas en las el desparpajo o incluso descaro no ceda frente a la enfermedad terminal. La enfermedad no es la enemiga a vencer, sino la oportunidad para el amor.

Los diálogos reflejan una forma de entender la vida desde el humor e incluso la aparente inconsciencia. Sin embargo, poco a poco Marley se transforma hasta convertirse en una protagonista admirable.

Puede parecer una película frívola o lacrimógena. Sin embargo, es una película recomendable para comprender que se puede vivir desde el corazón y asumir que la existencia es una experiencia sensorial efímera pero valiosa.

Por supuesto aplaudimos que nos muestre con detalles como va despidiéndose de sus amistades y que les invite en una fiesta póstuma de despedida para celebrar lo que les unió en vida.

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