El compostaje humano ya es legal en uno de los lands (estados) de la República Federal Alemana, Schleswig-Holstein, aunque pronto se espera su legalización en los estados de Hamburgo y Mecklemburgo-Pomerania Occidental.
En alemán el proceso se denomina Reerdigung (“reentierro” – solo por el cambio de la letra “b” por la “r” en la palabra Beerdigung, que significa entierro”), y sigue la estela que ha conseguido ya el compostaje en Estados Unidos, conocido allí como reducción natural orgánica, ya que se considera un método más sostenible para enterrar un cuerpo humano.
En Alemania, de momento, sólo hay una empresa que ofrezca esta tecnología. Se trata de la empresa berlinesa Circulum Vitae GmbH, fundada por Pablo Metz y Max Huesch, cuya marca comercial es Meine Erde.
Esta empresa dispone de siete turbo-compostadores, cuatro ubicados en el llamado Alvarium de Mölln y tres en el Alvarium de Kiel. En estos se realiza el proceso post mortem del compostaje autorizado en Schleswig-Holstein.
A principios de 2022, el Ministerio de Justicia y Sanidad de Schleswig-Holstein autorizó el método del compostaje humano (reentierro) a modo de prueba en un proyecto piloto acompañado científicamente por el Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Leipzig.
El 26 de enero de 2024, el parlamento del estado de Schleswig-Holstein decidió modificar la ley sobre servicios funerarios en la que incluyó el artículo 15a "Ensayo de tipos de entierro que hasta ahora no estaban regulados legalmente", también denominada cláusula de experimentación.
Con esta modificación aprobada por todos los partidos, se facilitaba de forma definitiva el compostaje humano. Desde aquel entonces se han realizado 16 procesos de compostaje o retorno a la tierra en Schleswig-Holstein.
El Ministerio de Justicia y Sanidad de Schleswig-Holstein, responsable del sector funerario, determinará posteriormente mediante reglamentos administrativos qué requisitos deben cumplirse para probar nuevos tipos de entierro, incluidas las normas de aporte científico.
En este proceso de retorno a la tierra, el cuerpo se coloca desnudo en un recipiente de acero inoxidable, se envuelve en un sustrato compuesto por paja, heno, flores y carbón activado sin aditivos químicos mediante los cuales se promueve la transformación del cuerpo humano en compost o humus.
Este recipiente está equipado técnicamente de tal manera que pueda realizarse un compostaje controlado del cuerpo humano, permitiéndose además la reutilización indefinida el mismo.
Transcurridos 40 días, el cuerpo se ha convertido en humus. Los huesos restantes, como en el proceso de la incineración, se muelen y se añaden al humus. A continuación, es obligatorio inhumar la tierra obtenida en un cementerio.
Los estados federados de Hamburgo, Schleswig-Holstein y Mecklemburgo-Pomerania Occidental ya permiten enterrar este tipo de humus en diversos cementerios. Elmshorn (distrito de Pinneberg), es el primer bosque funerario de Alemania que facilita inhumar el humus obtenido en el reentierro, con una capacidad actual de 80 localizaciones de retorno a la tierra.
Hasta el día de hoy es posible realizar reentierros en los cementerios tradicionales de Barmstedt, en el distrito de Pinneberg, y en Bad Oldesloe, en el distrito de Stormarn y otros 20 cementerios en el estado federado de Schleswig-Holstein.
En Alemania, la persona convertida en humus debe ser enterrada en el cementerio de acuerdo con las leyes de entierro vigentes en los estados federados, en una excavación de 30 centímetros de profundidad que se cubre con tierra de cementerio.
La apuesta de Schleswig-Holstein también ha contribuido a que los estados federados de Mecklenburgo-Pomerania Occidental y Hamburgo se interesen en permitir el compostaje humano.
El compostaje de residuos orgánicos y de animales de granja es una biotecnología ampliamente probada. Si no lo fuera, no se repartiría compost del reciclaje de los residuos orgánicos para los huertos.
En Alemania, el debate para dar luz verde la compostaje humano en otros estados federados se ha enzarzado en críticas "técnicas".
El Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Leipzig ha publicado el primer estudio científico sobre la nueva forma ecológica de compostaje del cuerpo humano: el "reentierro".
Los investigadores concluyen que "la transformación a través del compostaje de una persona fallecida hasta convertirse en humus se completa en 40 días".
Es cierto que la Universidad de Leipzig sólo examinó para su estudio a dos personas fallecidas, pero su informe incluyó pruebas con métodos de biología molecular, toxicología, morfológico-osteológicos y edafológicos.
El método de compostaje patentado por la empresa Meine Erde de momento se comercializa a través de numerosas funerarias del Estado alemán. Una de ellas, en la ciudad de Henstedt-Ulzburg, la funeraria Hovorka, ha documentado el primero de los "reentierros".
El compostaje humano, como tratamiento post mortem, asusta a las empresas funerarias porque han hecho inversiones importantes en hornos crematorios en España.
El interés de las personas preocupadas por la fuerte huella ecológica de los funerales se manifiesta cada vez más en Europa. De ahí surgen los ataúdes de cartón o los cementerios verdes, por citar solo algunos ejemplos.
Los cementerios convencionales pierden clientela a favor de la incineración, pero esta provoca un gasto importante de combustibles fósiles y emisiones de efecto invernadero.
Cada vez más gente desea poder optar por formas de entierro más sostenibles y vivenciales, por lo que el concepto de "reentierro" proveniente de Alemania se visualiza como atractivo.
Según una encuesta representativa realizada a 2.000 ciudadanos, casi la mitad de todos los encuestados (46,2 por ciento) apoyan la aprobación explícita de la forma alternativa de entierro basada en el compostaje humano.
La encuesta fue encargada por la Fundación del Reentierro y realizada en mayo de 2023 por la empresa de investigación de mercado Appinio de Hamburgo. (1)
Esto ha conducido a la Asociación Federal de Empresas Funerarias de Alemania a criticar la investigación realizada por la Stiftung Reerdigung, en primer lugar porque sólo se tomaron muestras de dos sustratos obtenidos a partir del compostaje humano y, en segundo lugar, por ser encargada por una fundación directamente relacionada con la empresa “Meine Erde”.
En Berlín hubo la intención de aprobar el “reentierro” mediante una modificación de la Ley de entierros, pero no se incluyó en la última versión aprobada porque los partidos que gobiernan en coalición no llegaron a un acuerdo unánime.
De la iglesia alemana se escuchan comentarios en su mayoría positivos sobre el nuevo método de entierro. Por ejemplo, Hilke Lage, pastora evangélica luterana en Mölln, que fue la primera en oficiar un entierro destinado al compostaje comentó que: "La idea de sostenibilidad nos convenció".
Según ella, "este método encaja tanto con la misión de preservar la obra del Creador como con las fórmulas tradicionales de entierro bajo la concepción de: "Tierra a la tierra" o "De la tierra fuiste tomado y a la tierra volverás".
Otros predicadores coincidieron en que el tratamiento mediante compostaje o "reentierro" ofrece una “interacción digna y amorosa” tanto para el difunto como para sus familiares.
Sin embargo, otros eclesiásticos de la rama católica en Alemania argumentan que el método no respeta la paz de los muertos si lo van balanceando en la cápsula de compostaje.
La falta de conocimiento sobre el proceso de compostaje ha llevado a que la Asociación Federal de Empresas Funerarias de Alemania (Bundesverband deutscher Bestatter) encargara un informe para expresar sus dudas sobre la transmisión de patógenos en el compost resultante.
Por su parte, Meine Erde defiende, como explica el informe firmado por el Institut für Rechtsmedizin de la Universidad de Leipzig, que el compostaje "En una de sus fases alcanza temperaturas intermedias de hasta 70 °C, con lo que el material queda higienizado".
A su vez indicó que el compost resultante no es para "comer" como tampoco lo es la "tierra del bosque". Y los virus como el de la gripe, el covid y otros patógenos no extremos quedan inactivados durante el proceso de compostaje.
Y por supuesto, legalmente, todos los fallecidos por el virus del Ébola, el virus de Marburgo y otras infecciones clasificadas de gran peligro siempre van a incineración.
La tendencia creciente de demandar que en el proceso funerario haya productos y procesos ecológicos es imparable.
Los datos ante la crisis climática han creado conciencia y la opinión pública pide que los crematorios funcionen de forma climáticamente neutra. De ahí algunas propuestas, por ejemplo, como el aprovechar el calor residual para calefacción comunitaria.
Según Dominikus Bücker, director del Instituto para el Suministro de Energía Sostenible de la Universidad Técnica de Rosenheim, los crematorios alemanes emiten cada año entre 100.000 y 250.000 toneladas de CO2. Esta cifra corresponde aproximadamente a las emisiones anuales de 27.000 personas en Alemania.
Y la cremación es actualmente en Alemania la forma de entierro más común. En 2022, alrededor del 78 por ciento de los fallecidos fueron incinerados. En Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia superó el 90 por ciento.
Curiosamente, la Asociación Federal de Empresas Funerarias de Alemania (BDB) no sabe como neutralizar el interés que ha suscitado el reentierro y critica en un documento panfletario que no queda claro "cómo es el proceso de descomposición en el compostaje" y que es más caro (sobre unos 3.000 euros respecto a una cremación simple que es de 1.750 euros).
En otras palabras, a la industria funeraria alemana convencional les asusta que la bondad del compostaje doméstico como producto ecológico, se traslade al proceso funerario y les haga perder clientes.
Lo cierto es que el proceso de compostaje humano para reducir el cadáver a humus tiene una mínima huella ecológica sólo aventajado por el entierro directo al suelo.
Otra de las críticas de las funerarias convencionales es que hay pocos estudios. El responsable del Institut für Rechtsmedizin de la Universidad de Leipzig, encargado de los estudios, Marcus Schwarz, reconoce que es cierto que sólo han analizado dos muestras de compost por el momento, pero que dejan bien claro que el proceso "funciona”.
En Berlín hubo un primer proceso judicial para impedir el establecimiento del compostaje humano en el que se analizaron las declaraciones de la empresa Meine Erde en cuanto a las analíticas realizadas del sustrato obtenido del tratamiento post mortem.
La crítica a que se expone Meine Erde es que las muestras analizadas por el Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Leipzig no fueron extraídas directamente por personal implicado en la investigación, sino que fueron entregadas por empleados de la empresa al susodicho instituto, por lo que podría dudarse de la procedencia.
Otro de los puntos de discusión fue la perturbación del “reposo” de la difunta/o debido al movimiento a que se someten los recipientes de compostaje durante el tratamiento.
También se critica la necesidad de calor externo para mantener la temperatura del compostaje y el tratamiento posterior al compostaje de 40 días, después de haber triturado los huesos y haberse añadido estos al producto de compostaje todavía no listo.
Además al finalizar este proceso inicial se precisa de un período de recompostaje de aproximadamente dos semanas después de la extracción del material de compostaje.
La empresa argumenta que la falta de muestras, aunque ha habido 14 inhumaciones realizadas con el proceso del compostaje hasta el momento, es por qué no hubo consentimiento del fallecido ni de sus familiares para el correspondiente análisis.
Para la legalización del proceso en fase de pruebas en el land de Schleswig-Holstein, la empresa promotora del proceso, Meine Erde, ya presentó un informe técnico exhaustivo sobre el proceso en el que se especificaban todas las garantías sanitarias.
Además, la empresa promotora siempre ha sido muy transparente en toda su comunicación y se asesoró con una prestigiosa empresa austríaca de tecnología del compostaje Compost Systems.