Varias instalaciones de hornos crematorios en el norte de Europa se han adaptado para recuperar el calor a más de 65 ºC para el sistema de calefacción del barrio.

En un horno crematorio para incinerar los ataúdes con sus difuntos hay que alcanzar temperaturas de máximo 1.100 ºC.conlleva un importante gasto energético en combustibles fósiles

Aunque por razones del tabú que significa la muerte hay pocos casos, pero no hay razones ni morales ni ambientales para no aprovechar el calor residual para aplicaciones de tipo district heating o calefacción central de barrio.

La cremación de restos humanos puede liberar tóxicos, como el mercurio de los empastes dentales, dioxinas y otros, por lo que  la filtración de los gases residuales es extremadamente importante. 

Para poder descontaminar eficazmente los gases emitidos, hay que enfriar los gases de la combustión  desde aproximadamente 1000 ° C hasta menos de 150 ° C.

Aprovechar el calor residual

En los hornos crematorios hay una importante necesidad de recuperación del calor que se desprende.

Este calor puede desecharse o bien tener alguna utilidad. Por ejemplo, servir para calentar primero las propias instalaciones del crematorio y luego alimentar el sistema de calefacción público ahorrando costos, minimizar el consumo de agua y lógicamente ahorrar emisiones.

Una de las primeras iniciativas para recuperar el calor del horno fue el crematorio de Estocolmo (1),

Esta instalación, con una tasa de servicios anuales de cremación de entre 3.500 hasta 4.000 difuntos, se diseñó en 2003  para que pudiera aportar calor a más de 65 ºC al sistema de calefacción del barrio cercano.


Otros ejemplos en los países del Norte

La iniciativa fue seguida por la ciudad también sueca de Halmstad, quien también adaptó su crematorio para verter el calor residual a la red de calefacción.

En Halmastad, la instalación funeraria con recuperación de calor contó con la aprobación de los lugareños, una ciudad de 55.000 habitantes, e inició su operatividad en 2010.

Aproximadamente siete mil personas mueren en Copenhague cada año y el 98 % elige la cremación.

El calor que se libera durante el proceso de cremación se usa para calentar las instalaciones en el sitio como es el caso del Bispebjerg Crematorium de aquella ciudad (2)

En este horno crematorio se ha conectado el sistema de refrigeración de la instalación de filtros al tanque existente para el almacenamiento de calor lo que supone un ahorro de 30.000 euros al año a la ciudad de Copenhague.


Oposición ética

Sin embargo, para llegar a esta opción, en Dinamarca, el parlamento convocó a un Consejo de ética.

La cestión era si se trataba de un tratamiento irrespetuoso de los cadáveres que el calor empleado para quemarlos en los hornos crematorios fuera recuperado para ahorrar energía.

Al final, dictaminaron que era de hecho ético, y varios crematorios en Dinamarca como el mencionado emplean su exceso de calor para ahorra energía en las instalaciones de calefacción de áreas circundantes. En otros países, como Estados Unidos, hay un veto ético a esta opción


En el Reino Unido

El crematorio de Redditch (3) también se puso en marcha para utilizar el calor residual y calentará el agua.

Esta agua caliente se utilizó para canalizar esta energía calorífica a un centro recreativo cercano y calentar la instalación y su piscina.

Gracias a esta reutilización del calor se que ahorrará aproximadamente un 40 % en la factura de gas, unas 14.000 libras en costos de calefacción.

Este tipo de iniciativas hacen la incineración más ecológica, pero también es cierto que requiere de un cambio de mentalidad.

En España donde en 2018 sólo había apenas un 2 % de los crematorios que tienen filtros de gases, estos podrían adaptarse para ofrecer esta aplicación complementaria de producción energética renovable.

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