Para un buen duelo es fundamental planificar el ritual de despedida. Un funeral bien organizado es esencialmente una ceremonia para anticiparse a los pasos del duelo. 

El recuerdo "festivo" o celebrativo de nuestra partida del mundo terrenal es siempre un impulso crucial para un buen duelo posterior.

Tras volver de un funeral muchas personas sienten un profundo vacío e incluso frustración existencial, especialmente, si la persona fallecida nos era muy próxima. No tiene que ser así.

Se puede asistir a un funeral experimentadno una verdadera despedida. Esto sólo es posible cuando la ceremonia ha sido milimétricamente pensada.

Un ritual bien planificado en realidad nos dará la sensación que el propio fallecido nos habla sin estar.

La ceremonia funeraria bien planificada y el buen duelo

Un proceso de duelo adecuado surge tras un ritual de despedida diseñado con el corazón.

Por ejemplo, disponer de unas imágenes del fallecido en una grabación de vídeo describiendo los momentos de felicidad o turbación que ha tenido en la vida y como la ha afrontado o como le ha llenado, puede ser un mejor regalo para un buen duelo. 

Las personas laicas enfocarán el ritual hacia un espacio centrado en la vivencia vital, mientras que en un funeral religioso se atiende desde la creencia y dejando la dirección en manos de un líder de la fe que profese el fallecido.

Una ceremonia religiosa tiene un formato fijo llamado liturgia, sin embargo, también esta puede personalizarse en algunos puntos.

Las creencias espirituales, humanísticas o religiosas de cada persona forman parte de este patrimonio de diversidad cultural que nos hacer realmente humanos.


Las ceremonias exprés o enlatadas no facilitan el duelo

No hay duda que la estandarización cultural en un sentido u otro nos quita resiliencia como especie.

También en la muerte y en el funeral, aún sin estar presentes, el fallecido da testimonio de este bagaje que la civilización humana le ha permitido.

La presencia del cuerpo o de la urna con las cenizas no es importante para un despedida.

Ciertamente, designamos como funeral una ceremonia de despedida en la que está presente alguna materia de la persona fallecida. Cuando no es así.

Si una persona ha donado el cuerpo a la ciencia, ha escogido la cremación directa o no ha querido que sus cenizas estén presentes en el acto, se denomina servicio memorial o conmemorativo.


Lo importante no es el cuerpo presente...

En España no es habitual el funeral sin el cuerpo presente, en cambio ya se da en las ceremonias memoriales de quienes han donado el cuerpo a la ciencia.

En estos casos, por ejemplo, una imagen en formato póster puede suplir la "presencia" si así se escoge o incluso algún elemento de la naturaleza, como podría ser un árbol joven, que tras la  ceremonia se plantará en algún lugar seleccionado.

Las empresas funerarias buscan la rapidez y que el cuerpo esté presente. Lo verdaderamente importante es que cada parte del ritual diseñado permita aflorar los sentimientos que van ligados a la pérdida.

Es preferible organizar una ceremonia funeraria sin el cuerpo presente y de este modo ya no hay prisa alguna. Y sin prisas se puede organizar una despedida inolvidable.


Una buena despedida

La capacidad de imaginar una celebración depende sólo de la convicción como nos gustaría que se recordara la "fiesta de despedida". 

El recuerdo "festivo" o celebrativo de la partida del mundo terrenal de un ser querido es siempre un impulso crucial para un buen duelo posterior.

Libros como Cuando el final se acerca o Destellos de luz en el camino nos pueden ayudar a percibir la importancia de la personalización de la experiencia vital en el final de vida.

La cuestión es no dejar que otros hagan por uno lo que puedes hacer por ti mismo.

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