En el pueblecito de Olius (Lleida) se encuentra un cementerio histórico particular. Un pequeño camposanto ubicado en un entorno natural donde las rocas y los árboles se erigen como la simbología de la vida y la muerte.

Este cementerio de estilo modernista fue construido por un discípulo de Gaudí. A diferencia de otros cementerios que contienen elementos modernistas el de Olius es remarcable por ser el único que integra la concepción modernista.

El recinto fúnebre es propiedad del obispado de Solsona y lo señalamos por ser un ejemplo de cementerio adaptado a la naturaleza del lugar.

Un cementerio atípico

Este pequeño cementerio perfectamente integrado en la naturaleza y al paisaje de su entorno. En las rocas caídas el arquitecto las utiliza como simbología de la decadencia y la muerte. Estas contrastan con las encinas y cipreses de hoja perenne repartidas por el recinto que representan la vida eterna y la ascensión al cielo.

En el origen, este cementerio es fruto de las ordenes impuestas por Carlos III en el siglo XVIII, que obligaba al traslado de los antiguos cementerios parroquiales fuera de los límites urbanos por razones de higiene.

A finales del siglo XIX, el viejo cementerio del pueblo catalán de Sant Esteve d'Olius se hallaba muy deteriorado y los feligreses querían uno nuevo. Querían un camposanto con una puerta que lo cerrara más o menos artística y poco más.
 

Del rechazo inicial al orgullo local

La obra del nuevo cementerio no se inició hasta 1915 cuando el obispo de Solsona, Francesc d'Assís Vidal i Barraquer (1868 - 1943) lo encarga al arquitecto diocesano Bernardi Martorell.

La construcción del cementerio avanzó a buen ritmo puesto que el 2 de febrero de 1916, el párroco Melitó Perarnau solicita al obispo poder bendecir el nuevo cementerio.

El arquitecto ideo un recinto singular que integraba unos bloques de rocas naturales y aprovechaba el desnivel del terreno y la vegetación para crear un lugar de recogimiento.

Hay que decir que inicialmente, los lugareños no se esperaban un conjunto tan artístico. Sin embargo, con el paso del tiempo su aprecio fue a más y las ampliaciones de los años sesenta se adaptaron al estilo inicial. Esto ha permitido conservar su estilo y belleza primigenia.

Un arquitecto con sensibilidad

El arquitecto que se encargó de la obra, Bernardi Martorell i Puig, (1877-1937) era un profesional particular por dos razones: por su compromiso religioso y por ser discípulo de Antoni Gaudí.

Bernardí Martorell obtuvo la titulación como arquitecto en 1902 y se alinea con la tendencia modernista de la época tardía. Por sus convicciones religiosas se encaminó a construcciones para la iglesia católica. La mayor parte de sus obras se ubican en diferentes localidades catalanas.

Entre algunos de los edificios religiosos imponentes que construyó destaca el Convento de Valldonzella de Barcelona (1916) o la Iglesia de los Escolapios de Sabadell (1924). También firmó algunos edificios civiles como la bodega de la Cooperativa de Cambrils (1921), Ca Montal en Arenys de Mar (1921), o el Hotel Sant Roc de Solsona,

Como discípulo de Gaudi, su obra no esconde su influencia de emplear elementos naturales. Esto fue lo que aplicó en el cementerio de Olius con impecable maestría arquitectónica. Una grandeza monumental que se expresa a través de la sencillez del conjunto.

Explican que cuando le encargaron el cementerio de Olius al arquitecto Martorell, a este le vino la idea del diseño del cementerio al ver el peculiar paisaje rocoso situado cerca de la entrada de la iglesia de Sant Esteve d'Olius. Una iglesia, por cierto que destaca por su cripta, de estilo románico lombardo de la segunda mitad del siglo XI.

Belleza primigenia

Este pequeño cementerio, está declarado como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Llei de Patrimoni cultural català 9/1993 y de acuerdo con la Ley del patrimonio histórico español 16/1985.

El recinto funerario ocupa menos de mil metros cuadrados y contiene actualmente un total de unas pocas docenas de nichos y tumbas en los que sólo se pueden enterrar personas empadronadas en el pueblo.

La entrada está formada por una puerta en forma de arco parabólico o catenario, típicamente gaudiniano de elegante sencillez. Este arco da entrada al recinto que se encuentra al final de una escalinata de piedra rústica y ubicada entre dos enormes bloques rocosos .

En el interior las tumbas u nichos se organizan a lo largo de un espacio amplio de planta irregular, adaptado al terreno, con diferentes niveles. En buena parte están excavados en ls rocas, y se organizan en el sentido descendente del enclave.

Un lugar para visitar

En el punto más alto del cementerio se encuentra una pequeña capilla que destaca por estar coronada por una típica cruz gaudiniana doble que representa la resurrección. En esta es donde se inhuma a los párrocos de Olius.

En las tumbas o nichos tallados en la roca hay unas simples cruces de hierro forjado con el nombre de las personas inhumadas y la fecha de su muerte como únicas inscripciones.

Este cementerio totalmente integrado en la naturaleza y el paisaje es sin duda una expresión única en toda Cataluña del arte Modernista popular.

Como todo equipamiento fúnebre es visitable haciéndolo con respeto. Se realizan visitas guiadas los sábados por parte de la cooperativa Solsona Experience. Aunque la visita también puede hacerse libremente en el horario que está abierto.

Si uno visita este recinto puede aprovechar la visita para conocer la cripta de la iglesia de Sant Esteve de estilo románico lombardo y ver los restos de un pueblo íbero.

 

Las fotos de este artículo son una amable aportación de Jordi Casas, natural de Olius.

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