Donar órganos de nuestro cuerpo después de nuestra última exhalación puede ser significativo para una nueva vida. Si pensamos que partes de nuestro cuerpo pueden ser útiles para otras vidas, podemos expresarlo en vida y dar nuestro consentimiento.
De este modo, autorizamos a que los profesionales puedan hacer la extracción de determinados órganos y/o tejidos, al poco rato de la muerte clínica y así ser útiles para personas enfermas que lo necesiten.
Si pensamos en donar el cuerpo a la ciencia, esta decisión debe ser acordada previamente con el centro universitario u hospital y servirá para que futuros médicos puedan aprender.
La llamada “donación de órganos” toma órganos y tejidos sanos de una persona viva o recientemente muerta para trasplantarlos en otras. El donante en caso de que la persona haya fallecido se deben extraer al poco de su muerte.
Los órganos que se pueden donar son los riñones, el hígado, el corazón, las valvulas cardíacas, las córneas de los ojos, el hígado, el páncreas y los pulmones. Además, de una donación también se pueden obtener muestras del tejido óseo, de la medula, de la piel, etc..
Ser donante de órganos y/o tejidos significa que si hacemos esta opción en el momento de nuestra muerte, nuestros órganos se extraen para que puedan trasplantarse. De este modo, nuestros órganos tras la muerte sirven para salvar o mejorar la vida de otras personas necesitadas.
Pero para ello es necesario que el fallecimiento suceda en un centro hospitalario que disponga de los protocolos y del instrumental para extraerlos y conservarlos adecuadamente antes de ser trasplantados.
Según la Ley de trasplantes, en España todos somos considerados donantes, si en vida no hemos expresado lo contrario. En la práctica, sin embargo, siempre se respeta la decisión de la familia, ya que se asume que estos no contradirían los deseos de su ser querido.
En algunas Comunidades Autónomas podemos solicitar una Tarjeta de Donante que acredita la intención, aunque esta no compromete legalmente, y por supuesto nuestro consentimiento puede quedar reflejado en el Documento de Voluntades Anticipadas.
Algunos datos que pueden ser interesantes para la cuestión según las memorias de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT):
- España alcanzó una tasa de 48,9 trasplantes por millón de población en 2023, con 2.346 donantes eficaces. Diez Comunidades Autónomas superaron los 50 donantes p.m.p y 3 de ellas sobrepasaron los 70 donantes p.m.p. el pasado año. Cantabria volvió a liderar el ranking, con una tasa de 74,1 donantes p.m.p, seguida de Navarra (71,6) y Murcia (71,0).
- En 2023, en España se realizaron 5.863 trasplantes de órganos, lo que supone una tasa de 122,1 trasplantes por millón de población. En concreto, se registraron en 2023 un total de 3.688 trasplantes renales, 1.262 hepáticos, 479 de pulmón, 325 cardíacos, 100 de páncreas y 7 de intestino.
- España mantiene el liderazgo mundial en donación de órganos desde hace más de tres décadas.
Desde la creación de la ONT, más de cincuenta mil personas se han beneficiado de un trasplante de órganos, tejidos o células.
La donación del cuerpo a la ciencia consiste en la cesión de todo el cuerpo tras fallecer para ser destinado a fines docentes y de investigación médica. La donación del cuerpo a la ciencia no es compatible con la donación de órganos.
Cualquier persona que desee donar su cuerpo a la ciencia debe contactar con la Facultad de Medicina (Departamento de Anatomía y Embriología Humana) de la universidad más próxima a su localidad.
Cada centro universitario o hospital tiene un determinado procedimiento a seguir después de la defunción. Este acuerdo entre donante y receptor se acredita con un Carnet de Donante que incluye nuestro consentimiento escrito y los teléfonos de contacto para avisar una vez expedido el certificado de defunción.
La donación nunca implicará compensación económica alguna para la persona donante, ni para los herederos. La aceptación del cuerpo por la Universidad u hospital implica una serie de gastos económicos.
Estos gastos básicos como el traslado en vehículo fúnebre desde el lugar de fallecimiento hasta el depósito, lo asume la propia institución que recibe el cuerpo del donante.
Para que la donación del cuerpo sea efectiva, este debe llegar a las instalaciones universitarias correspondientes dentro de las primeras 24 horas post-mortem.
Cuando termine su uso, la Facultad se encargará igualmente de la incineración de los restos. La donación del cuerpo a la ciencia incluye el consentimiento para que puedan utilizarse imágenes derivadas de los estudios, siempre respetando la privacidad mediante la ocultación de la identidad del difunto.
La donación del cuerpo y de órganos, además de ser un acto de generosidad, es una bocanada de vida para algunas personas necesitadas de un trasplante y una oportunidad para el estudio de la fisiología humana.
Para algunas personas, permitir el acceso a las partes o la completud de su cuerpo es también un acto de coherencia ambiental.
Nuestro cuerpo difunto puede convertirse de nuevo en moléculas para dar vida a la fertilidad del suelo, pero a su vez podemos decidir que algunas partes o todo él sea “reutilizado” a modo de gesto solidario. De este modo, las futuras generaciones puedan seguir aprendiendo sobre el funcionamiento del ser humano.
Cuando donamos el cuerpo entero o algunos de nuestros órganos todavía funcionales, dejamos un legado que sin duda honra a quién expresó esta voluntad para que se cumpla tras expirar.
Pero esta generosa y valiente voluntad, debe ser decidida antes de nuestra muerte y que precisa del correspondiente acuerdo con la parte receptora del cuerpo difunto.