Una película sobre la vida
Agnė Misiūnaitė, Nele Savicenko, Kęstutis Jakšta, Inga Maškarina, Romuald Lavrinovič
Una película sobre la vida nos adentra en la vida de Dovilė, una joven lituana que tras la muerte repentina de su padre debe lidiar con la contratación de los servicios del funeral. Pero no hay tiempo para llorar, ya que debe organizar urgentemente su ceremonia de despedida.
Junta a su madre, Dovilė recorre la ciudad de Vilnia (la más poblada de Lituania) para contratar cada detalle de lo que será la vela, teniendo en cuenta que sus recursos económicos son escasos.
Mientras Dovilė visita las diferentes empresas y agentes funerarias, se intercalan detalles de los recuerdos de la infancia de la protagonista atesorados en cintas de video grabadas por su difunto padre.
Es una película hiperrealista que podría asimilarse a un docuficción ya que ilustra la organización de un funeral con todo detalle. Eso sí, en un país en que la mayoría de sus gentes van escasas de dinero. Según reconoció su directora, el film parte de su propia experiencia, de quien incluso la protagonista toma su nombre.
La cremación directa como opción low cost
Lo más interesante es que la película nos muestra ya como la cremación directa o low cost es la opción más económica. Para ello la protagonista encarga la recogida de su difunto padre del instituto forense para que viaje en un ataúd de cartón hasta el horno crematorio.
Interesante es que la protagonista duda sobre si esta opción tan barata no acabará con la entrega de unas cenizas cualquiera. El funerario con el que firman el contrato le deja claro que todo el proceso está bien trazado y certificado.
Otro aspecto destacable es que la película nos permite, aunque sea en Lituania, darse cuenta que se puede hacer una vela con las cenizas. En la película, por ser un país de tradición católica, las cenizas son inhumadas en un cementerio.
A diferencia del film Yo nunca lloro (2020), que transcurre en Polonia, y donde el cura pone objeciones para acoger las cenizas en la iglesia, en Lituania, el cura no muestra ningún rechazo ya que no pasan por la iglesia sino ya frente a la tumba.
Especialmente, emotivos son los momentos de la vela en una pequeña sala que los miembros de la familia decoran con los recuerdos seleccionados por Dovilė; mientras suenan las notas de "Song of a Sinner" de Top Drawer:
"¿Cómo puedes retenerme? / Sabiendo lo que tristemente te he hecho / Y sin embargo, pido ser perdonado / Sabiendo la vida que he estado viviendo / Y sí, sé que es demasiado tarde / Porque el día de tu Juicio vas a cerrar tus puertas."
La secuencia de la vela con la urna cineraria es la puesta en escena del resultado de la suma de pequeños contratos firmados a lo largo del periplo de la protagonista con los diferentes personajes del mundo funerario.
Una curiosidad es que al escoger el ataúd por catálogo toma uno de barato de cartón pero como imita la madera no lo percibe y cuando lo ve se lamenta que no sea de madera, pero ya es demasiado tarde.
Los personajes funerarios que salen son realmente curiosos, como la encargada de la sala de vela, antigua secretaria del amigo que ayuda a Dovilė a realizar algunos de los trámites.
Interesante, también como destaca la importancia del soporte familiar y allegados en organizar el funeral. La moraleja de la película es que vale la pena disponer de la planificación del propio funeral.
Película modesta, pero llena de corazón
Es una película lituana país donde el dinero no abunda, por lo que esta opera prima de su directora, Dovilė Šarutytė, se sustenta sobre recursos económicos básicos, pero que utiliza de forma magistral.
Al inicio, mientras la protagonista y sus amigas están en París disfrutando de la vida, son planos cortos que no requieren de grandes recursos. Luego, tras la noticia de la muerte de su padre, que inicia propiamente la acción de búsqueda de las mejores opciones para organizar el funeral, son planos más amplios y descriptivos. A partir de este momento las mesuradas interpretaciones de los actores y la propia puesta en escena marcan el ritmo de la película.
Un ritmo en el que se intercalan las escenas de la infancia de la protagonista cuando era niña, entre los años 1991 y 1996 grabadas por su padre en video. Este recurso cinematográfico no es para nada nuevo, pero su mérito es que a modo de flashes ilustran un duelo aplazado por el tedio de organizar el funeral.
Las escenas están equilibradas y despiertan la curiosidad del espectador a la vez que alimentan la emocionalidad que subyace de fondo. Una película sobre la vida, se apoya en el homenaje que hace la hija a su padre difunto escogiendo y organizando su funeral, a pesar de que tampoco mantenía una relación muy íntima con él.