Hope
Andrea Bræin Hovig, Stellan Skarsgård, Elli Rhiannon Müller Osborne, Alfred Vatne, Steinar Klouman Hallert, Eirik Hallert, Dina Enoksen Elvehaug
Hope puede parecer una película más de estas que ponen al espectador frente a la amenaza del cáncer terminal. En realidad, la enfermedad terminal no es más que la excusa para adentrarnos en el mundo de una pareja: Tomas (59 años) y Anja (43 años).
Esta diferencia de edad ha hecho que convivan con seis hijas/os, tres del anterior matrimonio de Tomas y, tres fruto de la maternidad de Anja, pero que como pareja se ha centrado más en la cotidianidad y sus intereses profesionales que en su propia relación.
Recién llegada de una actuación en el extranjero, Anja aquejada de cefaleas constantes va al médico y se entera de que se ha reproducido un cáncer de pulmón supuestamente superado y que ahora le afecta, sin curación, al cerebro.
Lo interesante del drama es que ambos han llevado una vida profesional de gran calado que en el fondo el paso del tiempo les ha convertido en puros convivientes y poco más.
El cáncer terminal que, por cierto es una reaparición de un cáncer pulmonar aparentemente remitido, impondrá a Anja a finales de año a cambios que no esperaba, tanto en su relación con Tomas como con sus hijas/os.
La película se narra casia modo de diario y centrada especialmente entre el 23 de diciembre y el 2 de enero. Nueve días de tensión y miedo, dónde Anja y Tomas tomarán decisiones importantes para no estropear el sentido de las fiestas navideñas.
Hope (esperanza) no atañe a un final feliz sino a la voluntad por recuperar la brizna de amor que unió en su momento a la pareja.
Basado en la experiencia de la directora
La directora noruega Maria Sødahl, que ofrece en Hope su segundo largometraje, nos pone en una realidad vivida por ella misma que tuvo un final feliz.
Pero la película no se centra tanto en la evolución del cáncer terminal, como las vicisitudes que provoca en su vida profesional, en el entorno familiar, en relación a la fidelidad de su pareja. Una relación de convivencia más bien basada en el respeto mutuo que con un proyecto común.
Anja se derrumbará al tener que ver que su función como puntal de la familia se empieza a derrumbar precisamente unos días antes de la Navidad.
Así que asistimos a estos momentos especiales de vida familiar. Por un lado la protagonista quiere que la enfermedad no cambie nada y por el otro debe asumir el tomar decisiones sobre cómo tratar la enfermedad.
Frente a un cáncer terminal vive con intensidad lo que te queda
Interesante es el planteamiento de la película sobre los posibles tratamientos para alargar algo tan inevitable como el final de un cáncer sin curación.
En el film se muestran las atenciones clínicas que recibe Anja, algunas con profesionales sensibles y otros que no tienen ni la más mínima empatía.
El contrapunto es la gestión de la realidad a su entorno familiar y las cuestiones prácticas, pero en cualquier caso la película lo hace con una tremenda sensibilidad y sin provocar la lágrima fácil.
Interesante es la opinión de un médico de investigación oncológica. Este se limita a pronosticar que, en un caso como el suyo, lo que él haría es intentar centrarse en vivir con su familia sin los vaivenes inútiles de atención médica inútil que a su entender le proponen.
El título del film quizás es algo ambiguo ya que no es una historia de superación, pero sí de que a veces los pronósticos no se cumplen.
Aceptar al final cuando quedan tres meses de vida
El film pues se centra en los días posteriores al diagnóstico terminal que acumulan todo el pesimismo e incertidumbre. Una incertidumbre que creará fricciones y recuerdos de eventos del pasado mal resueltos por la pareja y que provoca reproches, expresiones airadas y sentimientos de culpa.
Una incertidumbre marcada por una carrera por evitar la muerte. Una carrera de obstáculos sin saber cuando hay que detenerse y salirse de la pista para aprovechar y disfrutar de las escenas vitales que quizás no hemos atendido adecuadamente mientras corríamos sin parar..
Es una película con un final inacabado, con una escena final en plano cenital muy sugestiva, tanto como sucede con los pronósticos médicos. En cualquier caso Hope nos lleva por la intimidad familiar de una pareja que deberá replantear su futuro.
No es un film sobre el proceso de morir físico, sino más bien del morir espiritual. Una pueda reflexionar sobre cómo reaccionar ante el anuncio de una enfermedad sin curación e implacable. Sin duda, este debería servir para prepararse para el final inevitable más que luchar contra él.