El teléfono del viento
Serena Motola, Hidetoshi Nishijima, Toshiyuki Nishida, Tomokazu Miura, Makiko Watanabe, Mirai Yamamoto, Fusako Urabe, Shoko Ikezu, Kei Ishibashi, Atsushi Shinohara, Yasuko Beppu
El teléfono del viento es una metáfora sobre la tragedia personal que arrastra toda persona que ha vivido una catástrofe que le ha despojado de todos sus seres queridos más próximos.
El 11 de marzo 2011 un tsunami asoló la costa de la prefectura de Iwake causando miles de muertos y provocando el accidente nuclear en los reactores de la central de Fukushima.
El impacto del maremoto, junto con la fuga radioactiva de la central nuclear provocó no sólo muertes, más de 15.000 personas y más de 2.500 desaparecidos, sino que además obligó a más de ciento setenta mil personas a abandonar la región.
Diez años después algunas algunas personas, especialmente, gente mayor han vuelto al lugar. porqué quieren morir donde nacieron.
En la colina de Namiita del municipio de Otsuchi (prefectura de Iwate) que el tsunami arrasó completamente, hay una cabina telefónica sin conexión que desde 2011 ha sido utilizada por más de 30.000 personas para sincerarse con todos aquellos seres queridos que desaparecieron y que los supervivientes anhelan ver.
Esta cabina telefónica simbólica es obra del paisajista Itaru Sasaki quién ante la imposibilidad de superar una pérdida instaló una vieja cabina telefónica en el jardín de su casa en la colina de Namiita. Posteriormente, en 2017 publicó un libro sobre el tema.
El teléfono del viento parte de esta cabina simbólica para acompañar el viaje de Haru, una adolescente de diecisiete años que perdió a toda su familia en el mencionado tsunami.
Un viaje para sanar un duelo colectivo
Ante la inesperada enfermedad de la tía con la que vive Haru despierta en ella el dolor por la muerte de su familia en el maremoto.
Frente al desamparo absoluto que siente, Haru parte de Hiroshima para viajar hacia el pueblo de Otsuchi, destrozado por el tsunami.
El viaje es un intento de escapar para encontrar respuestas al insoportable dolor de sentirse sola y abandonada ante la pérdida que le acompaña.
El itinerario conecta dos puntos del viaje y dos catástrofes nacionales, la de la bomba de Hirsohima en 1945 con la del maremoto de 2011. Las personas que acompañarán a Haru se reconocen en estas tragedias.
El principal acompañante, Morio, es un ingeniero que trabajaba en la central nuclear de Fukushima el día fatídico y perdió a su esposa e hija que desaparecieron para siempre como la familia de Haru.
Ambos buscan desesperadamente encontrar los cuerpos de sus seres queridos en un camino de desconsuelo sin paragón.
Vivir para recordar los seres queridos que perdimos
Estamos ante una película, lenta y larga, de escasos diálogos, y de profundo dolor; un dolor que los actores trasladan de forma magistral hasta calar en el tuétano del espectador.
Haru (en realidad, Haruka, es un nombre que significa "primavera olorosa") se hace preguntas obvias ¿por qué todo ha desaparecido y yo no?, ¿por qué me dejasteis sola?, ¿por qué soy la única que debe estar sola?.
Pero en su interior subyacen las reflexiones de las personas con las que se ha encontrado. Los vivos deben "comer" le advierten ante su pasividad; los vivos sirven para recordar a los que no están. Y para que un día, siendo ya vieja pueda reencontrar a su familia perdida.
El teléfono del viento, no es una película para visionar con palomitas, sino para adentrarse y sentir de forma brutal el pesar que subyace en las tragedias que golpean a un pueblo entero como lo fue el maremoto y accidente nuclear de Fukushima en 2011.
Una película de autor para reconstruir un trauma nacional
El teléfono del viento, es el séptimo largometraje de Suwa, uno de los directores del cine de autor japonés contemporáneo más comprometido.
En esta película nos pasea casi a modo de documental por los escenarios del gran trauma nacional del Japón contemporáneo: el cataclismo de Tōhoku o Fukushima. Es por tanto una aproximación con localizaciones reales, y de encuentros con personajes reales.
Uno de estos encuentros mágicos es con los miembros de la comunidad de kurdos que Morio busca para agradecer a uno de ellos que fue voluntario durante la catástrofe.
Pero su héroe ha sido preso por inmigrante ilegal. El director aprovecha el encuentro para dar voz y protagonismo a los problemas que se enfrenta la comunidad kurda, huérfana de país y refugiada en Japón.
Frente a las ruinas y los encuentros casuales, asistimos a un viaje único de sanación gracias a los vínculos que se van tejiendo entre los personajes.
La película esencialmente es la contraposición del duelo de Morio, adulto que ha perdido a su esposa e hija con Haru, la huérfana que tiene 17 años, la edad que tendría la hija de Morio de estar viva.
Un viaje en el que ambos personajes se redescubren juntos en la luz que ilumina volver al lugar de los hechos y sentir la tristeza de la pérdida con todas sus consecuencias.
En cierto sentido la película recupera la problemática de los huérfanos ante las tragedias épicas como la de la guerra que tan bien refleja La tumba de las luciérnagas (1988) de Isao Takahata.