«Dejar que el vacío sea vacío. Y la tristeza, tristeza. A la espera de la luz». Así empieza Solo nos queda esperar lo mejor, de Carolina Setterwall, publicada por Seix Barral.
El libro surge de las preguntas que se hace una mujer joven cuando se da cuenta de la muerte repentina de su pareja, un hombre de treinta y cuatro años que acaba de ser padre. Las muertes repentinas pueden llegar a ser muy difíciles de manejar, porque no hay tiempo para decir adiós
Ante una muerte sin signos de violencia, sin enfermedades conocidas, llegada desde la placidez, mientras la persona duerme, no hay enfermedad ni accidente al que culpar.
Cómo en La delicadeza (2011), ¿Qué se hace con todas las cosas que no dijimos, con todas las ganas que no gastamos? ¿Que se hace con su ropa, con su olor, con ese niño que no lo conocerá?
A modo de bitácora, este libro de no ficción novelado es una larga carta dirigida a su pareja, muerta de manera repentina, en la cual transitan todas las emociones humanas posibles. Es imposible no empatizar con la voz de la escritora, porque es desgarradora, llena de verdad, triste y dubitativa.
En octubre de 2014, el compañero de Carolina, Aksel, muere en la cama súbitamente, dejando a la autora sola con Ivan, su hijo de apenas ocho meses.
Una trama en dos partes
En la primera parte la autora hace un recorrido por los días que siguen a la pérdida, en una primera parte que alterna los últimos meses de aquel año con los recuerdos de toda su relación, avanzando en el tiempo hasta que las dos eras confluyen a finales de 2014.
En la segunda parte, que abarca los años 2015 y 2016, el relato se centra el la superación del duelo por parte de Carolina, en su renacer vital. La vuelta al trabajo a relacionarse con las amigas, a asistir a las fiestas de su hijo y a enamorarse y pensar en construir un futuro compartido.
Una historia maravillosa basada en la realidad pero novelada sobre cómo superar el dolor y las lecciones que extraemos de él.
Una bella historia de amor de nuestro tiempo para entender los diferentes roles que adoptamos en cada una de nuestras relaciones y cómo las situaciones paradójicas a las que a veces nos enfrenta la vida se convierten en una oportunidad para conocer y ponerte en el lugar del otro.