Las urnas funerarias o cinerarias son un contenedor de entre 3 y 4,5 litros de volumen diseñado para almacenar de forma temporal o permanente las cenizas del difunto tras ser incinerado (las urnas para mascotas son de aproximadamente para un volumen de un litro).

Desde la aparición de la cremación las urnas cinerarias se han implantado como el contenedor que se entrega a la familia al finalizar este método de tratamiento postmortem que es la incineración o cremación del cuerpo cadáver. 

En España hay evidencias del uso de las urnas cinerarias mil años antes de Cristo, en el yacimiento histórico de la fortaleza ibérica de Vilars d'Aberca (Lleida).  Esta maravilla arqueológica del mundo íbero, perteneció a la llamada zona cultural de los campos de urnas (1250-750 a. C.) por su costumbre de incinerar y enterrar las cenizas de sus muertos en vasos de cerámica.

Las urnas cinerarias actuales, tradicionalmente han sido de metal, madera, vidrio o cerámica e incluso plástico técnico.

El incremento de conciencia ambiental  para evitar residuos en la naturaleza (bosques, playas, etc.) ha propiciado que los fabricantes hayan comercializado las llamadas urnas biosolubles y biodegradables.

Urnas biosolubles o biodegradables
Las urnas biosolubles permiten reintegrar las cenizas del ser querido en la naturaleza. Las urnas de Limbo pueden ser depositadas en el entorno que se elija, ya sea mar, tierra o cualquier entorno natural. Foto: FuneralNatural.

El término biosoluble es muy claro dado que indica que se disuelven ya sea en el agua (agua dulce o salada) o en la tierra. Son urnas cuyos componentes son solubles con el agua o la humedad y de esta forma se pueden sumergir o enterrar.

Este tipo de urnas biosolubles se fabrican con elementos minerales compactadas y ligadas con colas naturales, como explican algunas de las patentes existentes.

Este tipo de urnas de materiales biosolubles, junto con las cenizas en su interior, al cabo de un corto tiempo quedan totalmente integradas en el medio o más bien disueltas en el mismo.

El concepto biosoluble implica que se producirá  la disolución de la materia prima en el medio natural donde se deposita en un tiempo corto (en general menos de tres días para la disolución en el suelo y menos de tres horas en un medio acuático).

El término biodegradable es más sutil, ya que para qué algo se “biodegrada” es decir, descompuesto por la naturaleza, puede precisar de un tiempo suficientemente largo como para que la urna se aprecie mientras cómo un residuo.

En general, la biodegradabilidad debería conceptuarse cómo que su desintegración no fuera más allá de los tres meses. Entre los materiales biodegradables para fabricar urnas funerarias encontramos el cartón reciclado, pero también algunos bioplásticos.

Hay que advertir que algunas de las urnas tipificadas de biodegradables, en general, las fabricadas con bioplásticos está comprobado que su permanencia en el medio natural puede ser de algunos años.

Por tanto, es inadmisible que se etiqueta cómo de urna “ecológica” y biodegradable (como sinónimo de biosoluble) un contenedor que su descomposición se demorará en el tiempo..

Cuidado con el término de urna ecológica
La Bios Urn es un receptáculo en el cual las cenizas humanas servirán de abono para dar fertilidad a la tierra en la que se planta la semilla de un árbol. Imagen: Bios Urn.

En España, en general, en la publicidad de las urnas cinerarias “ecológicas”, sean biosolubles o biodegradables, no se especifica el tiempo de su propiedad.

Por otra parte la composición de las urnas varía mucho y la mayor parte de sus fabricantes, pequeños talleres que venden a funerarias o intermediarios, no facilitan la composición de las mismas.

En las urnas identificadas como biosolubles se emplean materiales naturales como arcillas, arena, sal e incluso serrín, los cuales son aglutinados con colas naturales ya sea de origen animal o vegetal. Los dos principales distribuidores de las funerarias convencionales de este tipo de urnas son Limbo Europe y Sortem.

Como alternativa ecológica, solidaria y de economía circular, se puede adquirir la Koffie fabricada con poso de café. La empresa social Xantalén fabrica urnas artesanales con cerámica hidrosoluble (aunque todos los modelos tienen también su modelo no biodegradable).

En cambio, en las urnas biodegradables se pueden emplear otros materiales como bioplásticos o el cartón alveolar u ondulado (con certificado del Forest Stewardship Council, FSC o PFEC). Entre los polímeros vegetales sus materias primas pueden provenir de la lignina, del maíz, de la patata, etc.

Un material innovador empleado para fabricar urnas biodegradables es el MycoComposite™, un material basado en una mezcla de materiales vegetales que permite construir una urna cineraria con micelios de hongos la cual también se descompone fácilmente en el suelo.

Las urnas para plantar árboles, con cartón reciclado enterradas en el suelo también estarían en esta tipología de biodegradables de corta duración y además sirven de sustrato para una nueva planta en el medio natural, sea plantada en un bosque, en un prado o en un jardín.

En cambio, los llamados bioplásticos si bien son biodegradables su tiempo de degradación puede ser de varios meses o incluso más de un año. A su favor la industria funeraria los valora por ser moldeables y obtener formas incluso caprichosas y permitir texturas de acabado más “brillantes”.

Por tanto, una urna biodegradable enterrada en el suelo o vertida en el mar suele tardar meses en descomponerse mientras que una urna biosoluble se disuelve en el medio en horas.

Si se piensa pues en depositar la urna en la naturaleza es imprescindible elegir una urna funeraria que pueda disolverse con rapidez en el medio natural, ya sea el agua dulce, el agua marina, o la tierra con el fin de no dejar residuo alguno.

La urna con micelio de hongo
Esta urna pesa 500 gramos, tiene capacidad para 3 litros y mide 23 cm de alto, 21,8 de diámetro y un precio de unos 200 euros. El producto es un diseño de Katharina Querbach desarrollando una idea de Grown.bio y la empresa funeraria holandesa Van Vuure.

La urna de micelio de hongo Grown-bio de MycoComposite™se  biodegrada integrándose en la naturaleza dado que la componen elementos orgánicos.

Es pues una urna respetuosa con el planeta. El micelio es el nombre de la red de filamentos de los hongos (asimilables a las raíces de las plantas). Gracias a estos filamentos (micelio), el hongo cuando encuentra condiciones de humedad adecuadas empieza a crecer y facilita pues su integración al medio de forma respetuosa.

Para elaborarla al micelio de hongo se mezcla con fibras vegetales residuales agrícolas y serrín y esta mezcla se deja madurar dentro de un molde. Luego una vez seca se extrae del molde esta urna ecológica. 

Por su origen natural la urna de micelio de hongo es completamente biodegradable y de este modo, tanto las cenizas como la propia urna sirven de nutrientes a las plantas donde se entierra la urna. Aunque la urna también se puede guardar en la vivienda.

Un buen catálogo de urnas biosolubles
Ejemplos de algunas urnas biosolubles que ofrece la empresa de productos funerarios Sortem y Xantalén, tanto en formato de 4 litros como de miniurnas.

La fabricación de urnas biosolubles y biodegradables en el sentido que se disuelven en el medio en poco tiempo la realizan empresas especializadas que aplican procesos de producción absolutamente respetuosos con el medio ambiente ya que se emplean solo materias primas de origen vegetal o mineral.

Sin embargo, los fabricantes de urnas, mayoritariamente pequeñas empresas a menudo artesanales, pasan por el filtro de la empresa funeraria o comercializadora de productos funerarios. Un buen catálogo de urnas biosolubles lo ofrece la empresa Sortem.

Son las empresas funerarias que venden las urnas quiénes no ofrecen información fehaciente del tiempo de descomposición, sea una urna soluble o biodegradable, en el agua o en el suelo.

Después de enterrar la urna, las cenizas que contengan se van liberando al medio natural poco a poco al descomponerse su envoltura. Al final, la urna, junto con las cenizas, se disuelve en la tierra. De este modo se devuelven a la naturaleza materias primas junto con las cenizas inertes que no causan ningún daño en el entorno natural.

Si depositamos la urna biosoluble en el mar o en el agua, las cenizas funerarias, compuestas básicamente de elementos minerales precipitarán como un sedimento ya sea en el fondo de un río, un lago o el mar y volviendo así al ciclo de nutrientes del ecosistema.

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