Tukdam (ཐུགས་དམ་), en lengua tibetana significa "la integridad de la mente y el corazón", y se refiere a un estado en la práctica de meditación en que la persona muere mientras medita. Entonces la muerte del ser físico queda en suspenso por lo que no se inicia la descomposición.
Las tradiciones budistas del Himalaya creen en la capacidad de algunas personas de alcanzar la muerte en meditación que es un estado parecido al de la iluminación.
El estado de tukdam permite que el cuerpo físico permanezca entre tres días y hasta quince días en este estado en el que todavía el cuerpo físico lo habita una conciencia sutil que impide su descomposición.
La comprensión de este fenómeno pone en jaque que la muerte física suponga igualmente la muerte del espíritu, el alma, la conciencia o como quiera llamarse. Su existencia obliga a replantear algunas de las realidades sobre el viaje de la conciencia de una persona.
El tukdam es un estado meditativo en el que un meditador experimentado y con profunda comprensión de la vacuidad (སྟོང་པ་ཉིད་), puede captar ese momento y permanecer en ese estado, fusionándose así con el dharmakāya (ཆོས་སྐུ་), la naturaleza innata de la realidad.
En este estado se experimenta una secuencia de visiones y experiencias, que son expresiones de su existencia innata. Primero, experimenta la resonancia sónica, la radiancia y los rayos de la luminosidad fundamental.
Luego, las impresiones de sus cinco elementos internos y componentes psicológicos comienzan a manifestarse como imágenes, figuras y sonidos externos.
Algunas personas moribundas, muy experimentadas en la práctica espiritual, asumen sus últimas horas meditando. Entonces pueden alcanzar el estado de tukdam y fallecer.
Cuando se percibe el estado de tukdam en un monje que muere en el mismo, habitualmente, un lama guía a la conciencia de la persona fallecida para que aborde la experiencia con una actitud positiva y una mente pura, libre de apego y agresión.
El guía acompaña a la persona fallecida en sus visiones de la abrumadora luz azul del bardo como la energía expansiva de la iluminación o el Buda Vairocana; la luz blanca como la energía inmutable de la iluminación o el Buda Aksobhya; y así sucesivamente.
Quienes permanecen en tukdam habiendo muerto, experimentan una transformación espiritual de la mente y el cuerpo, cuya manifestación más visible es el bloqueo a la descomposición.
Cuando se alcanza la muerte en el estado de tukdam la conciencia sutil de la persona temporalmente permanece en el cuerpo físico sin vida. Esta le dará al cuerpo fallecido unas características fisiológicas especiales.
Al cuerpo en estado de tukdam no le sobreviene el rigor mortis. Los músculos pueden apreciarse tensos, la piel brillante y el cuerpo conserva cierta calidez en el corazón, como si aún funcionara subliminalmente.
Curiosamente, los aparatos de medición térmica no detectan ninguna diferencia térmica respecto al resto del cuerpo que se enfría.
Externamente, algunas personas aprecian la transformación interna del ser en tukdam a modo de emisiones de luces inusuales.
Cuando la conciencia sutil sale del estado de tukdam y abandona el cuerpo, este se ablanda, pierde color y emite las excreciones u olores propias de la descomposición.
Los tibetanos consideran el estado y la observancia del tukdam como una experiencia sagrada, y esta tiene un impacto especial en las personas cercanas de quien lo experimenta.
Es un estado en el que el ser humano suelta su identidad existencial como ser que siente y piensa por lo que según la tradición budista el ser ha alcanzado la iluminación plena.
La perspectiva budista del Himalaya, como explica el Libro Tibetano de los Muertos, aprecia el morir como un proceso importante porque brinda a la persona una oportunidad para alcanzar la iluminación plena.
En 1995, en el evento Diálogos Mente y Vida en Dharamsala (India) durante una conversación entre el neurocientífico de la Universidad de Wisconsin-Madison, el Dr. Richard Davidson y Su Santidad Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama, este describió el fallecimiento de su antiguo tutor, el 97 Gaden Tripa (líder de la escuela Geluk del budismo tibetano), Kyabje Yongzin Ling Rinpoche (1903-1983), quien permaneció en el estado de tukdam por trece días.
Este estado meditativo del tukdam alcanzado en el momento de que el cuerpo muere, supone la realización definitiva de la naturaleza fundamental de la mente.
Ling Rinpoche permaneció durante 13 días, sin ninguna evidencia de estar vivo, pero exhibiendo una apariencia fresca en el clima subtropical húmedo de Dharamsala donde la descomposición se inicia rápidamente.
No fue hasta el decimotercer día, cuando aparecieron los primeros signos de descomposición. En ese momento, la conciencia sutil se libera y termina el estado de tukdam. Según los tibetanos se dice entonces que la consciencia abandona el cuerpo y cesa la meditación para ir hacia la luz.
Su Santidad el Dalai Lama facilitó un acuerdo para que el equipo del Dr. Richarson, Universidad de Wisconsin-Madison, en colaboración con médicos tibetanos se investigara el fenómeno a través de la metodología científica.
Así nació el Proyecto Tukdam con el objetivo de poder ahondar en el conocimiento de este proceso que desafía todas las leyes biológicas conocidas.
El estado de tukdam se manifiesta cuando los cuerpos de los individuos muestran una tasa de descomposición suspendida durante días después de haber muerto. Sucede típicamente después de un período de meditación prolongada durante el proceso de morir y, por supuesto, con la experiencia de toda una vida de práctica meditativa.
Sabemos que la descomposición tras la muerte sigue una secuencia bien organizada la cual permite a la medicina forense determinar la hora de la muerte. Se trata de lo que se conoce como los fenómenos cadavéricos.
Cuando se alcanza el estado de tukdam, el muerto no desarrolla el inicio de la descomposición hasta que su conciencia sutil no abandona definitivamente el cuerpo en su posición
Los estudios realizados por expertos del Centro para Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin-Madison y líderes médicos tibetanos de instituciones médicas de primer nivel en la India, publicaron en 2021 el primer artículo sobre un fenómeno llamado “tukdam”.
Este deja claro que no hay duda alguna sobre la muerte clínica de la persona en tukdam, con encefalograma plano, sin respiración y para cardíaco. Además la muerte aunque se ha producido durante el estado meditativo tenía claramente una causa médica. A pesar de ello, la descomposición estaba suspendida.
Por el momento sigue siendo un misterio que la descomposición no se inicia y que, por ejemplo, la sangre, aún sin circular se mantenga líquida y sin presentar síntomas de anoxia, a pesar que no le llega oxígeno.
Monitorizando la actividad cerebral del fallecido tampoco se observaron ondas de EEG reconocibles en ninguno de los casos de tukdam estudiados.
La hipótesis de medir una actividad cerebral residual tras el cese de la función cardiorrespiratoria en los casos de tukdam registrados después de las 26 h post mortem fue nula. En otras palabras, la conciencia sutil que mantiene el estado de tukdam según la tradición tibetana no dispone de ningún soporte en el cuerpo físico fallecido.
A pesar de los estudios que vienen realizando expertos del Centro para Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin-Madison y líderes médicos tibetanos no hay una explicación biofísica que pueda explicar la suspensión de la secuencia de descomposición.