La vida siempre evoluciona hacia la muerte y los cementerios, que son parte de ella, también acaban por sucumbir. Algunos permanecen siglos, pero al final desaparecen. Otros han tenido una vida corta y ajetreada, pero como toda vida, siempre es interesante.

Cuando pensamos en los cementerios donde inhumamos a un ser querido nos puede parecer que sus restos reposarán allí hasta el final de los tiempos. No es así. Pero hay historias de vida y muerte de cementerios que son apasionantes.

Una de ellas es la de los cementerios protestantes que a finales del siglo XIX se levantaron en España. Algunos perviven, otros son ruinas que podrían enbellecerse y recuperarse como espacios memoriales a la convivencia humana. Este sería el caso del Cementerio de los Ingleses de Dénia (Alicante), pero no es el único.

El cementerio de los ingleses de Dénia
Cementerio de los ingleses de Denia (Alicante). Fotos de Funeral Natural (2024).

A la misma orilla del mar en Denia se creó un pequeño cementerio como lugar de enterramientos denominado el Cementeri dels Anglesos, en 1856. Su construcción fue el resultado de la importante presencia de ciudadanos británicos que trabajaban en el comercio de la pasa en aquella ciudad. Un comercio que fue especialmente lucrativo. 

Sin embargo, la colonia británica en los aspectos religiosos eran rechazados por la mayoría católica española. Entre otros se les negaba poder ser enterrados en el cementerio local. El recinto mortuorio de Denia ocupa unos 1.942 metros cuadrados rodeado por un muro de 148 metros de unos 45 cm de espesor y una altura de unos tres metros.

No fue el único, y los llamados cementerios de los ingleses, británicos o protestantes (ya que en realidad eran mayoritariamente para la ciudadanía protestante o de religión no católica), los hay en Tarragona (Cementerio de los Jans, 1709), Málaga (1831), Las Palmas (Canarias, 1834), Alcobendas (1854), Bilbao (1860), Santander (1864), Valencia, (1870), Camariñas (Galicia) y otras ciudades.

La historia de estos cementerios protestantes dentro de la España católica, con el paso del tiempo ha sufrido diferentes avatares. Refiriéndonos al de Denia, este fue abandonado finalmente como lugar de entierro especialmente al comenzar la Guerra Civil española.

Es un ejemplo de cómo un espacio patrimonial no sólo cae en desuso sino que se degrada diluyéndose poco a poco en la historia de la hambrienta especulación.

A finales del siglo XX pasó a manos definitivamente de un propietario británico a especuladores valencianos. Por el momento, aunque persisten las paredes y restos de alguna tumba en un estado de absoluto abandono, está declarado como elemento del Patrimonio de la ciudad. Todos los cadáveres ya fueron exhumados hace décadas.

Lamentablemente, la municipalidad, por el momento, no dispone de ningún proyecto de reconversión o conservación. A nuestro parecer podría restaurarse como un jardín memorial, un espacio donde, por ejemplo, organizar despedidas funerarias y dispersión de cenizas sin discriminación religiosa.

En algunos casos, estos cementerios son ejemplos de la prepotencia religiosa católica frente a la presencia de practicantes de la religión protestante en la Espala del siglo XIX. De hecho, es relevante que se zanjara en parte con una Real Orden del 13 de noviembre de 1831 permitiendo a los ingleses el establecer cementerios firmada por el rey Fernando VII (1784-1833). Con ella se autoriza finalmente la construcción de cementerios no católicos con condiciones.

El texto de la misma argumenta: "Con motivo de una reclamación del representante británico sobre petición de terrenos para cementerios de súbditos de su nación, resolvió que no hay inconveniente en conceder dichos terrenos, pudiéndose adquirir los ingleses de los particulares, cercados, con tal que se observen las formalidades prevenidas, a saber: que se cierren con tapia, sin iglesia, capilla ni otra señal de templo, ni culto público ni privado..."

El Cementerio de los Ingleses de Denia, está ubicado frente al mar en una zona privilegiada de la costa alicantina, La Marineta Cassiana. Sin embargo, lo rodearon de mansiones y sin acceso alguna más que por un terraplén desde el paseo marítimo. Cuando uno entra en el recinto, que albergó unas doce tumbas (hoy sin restos, arruinadas y comidas por la vegetación), puede oler retazos de su triste historia. 

La historia de este pequeño recinto funerario y el contexto de esplendor socioeconómico debido a la industria de la pasa en la zona, se recopila en un libro profusamente documentado e ilustrado publicado en 2006, con el título El Cementeri dels Anglesos (1856-2006). L'herència britànica a Dénia del que es autora Agnès Vidal i Vicedo, licenciada en filosofía.

Cementerios olvidados, sin uso
Trabajos de traslado y derribo del antiguo cementerio de Olesa de Montserrat (Barcelona).

El abandono rural y la aparición de la incineración a principios de los años setenta ha hecho mella en muchos cementerios, especialmente en las zonas más despobladas. Asi que los pequeños cementerios rurales se han ido abandonando, ya que es evidente que donde no hay población viva no hay muertos.

El declive de los cementerios rurales es evidente por toda la península ibérica, pero especialmente, en algunas comarcas de la llamada España vacía (1). En algunos casos las municipalidades ha exhumado los restos cadavéricos que podían quedar. En otros, simplemente el expolio y el vandalismo han acabado la faena del deterioro final de nichos, tumbas o panteones.

Pero es evidente que los cementerios albergan una parte de la historia humana de un determinado lugar. Así, encontramos cementerios que aunque olvidados se mantienen bien conservados por la población local. Este sería el caso del cementerio más pequeño de España en Bausén (Lleida) que en su única tumba reposa una bella historia de amor digna de no ser olvidada.

La desaparición de cementerios también se da en las ciudades. El crecimiento urbanístico ha engullido muchos de ellos. Eso no sólo supone la pérdida física de lugares sagrados, sino también la desaparición de parte de la memoria colectiva. En Sevilla, en Madrid, en Catalunya, por citar sólo algunos ejemplos, hay un buen número de cementerios desaparecidos. Fueron testigos de la vida y la muerte de miles de personas, reflejando la diversidad y la historia de la ciudad.

En la mayoría de los casos antes de que un cementerio se abandone se exhuman los restos y se depositan en otros camposantos. Esto ha sucedido en muchas ciudades españolas y es normal. La reubicación de cadáveres toma otro cariz de gran alcance cuando el desarrollo económico se desboca, caso de China. (2)

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