Las funerarias norteamericanas han denunciado a las doulas de la muerte por ofrecer servicios de acompañamiento al moribundo.
Su objetivo no era otro que utilizar los medios mainstream para difamar la actividad de las doulas de final de vida con el objetivo de acrecentar el miedo y disponer de publicidad para atacar su función ritual para una opción de morir más humana y compasiva.
Hace unos meses de The Order Of The Good Death advertía (1) sobre los ataques de la industria funeraria contra las doulas de la muerte o de final de vida. En aquella noticia detallaban la victoria legal de estas para garantizar sus Servicios de atención al final de vida de tipo esencialmente espiritual y práctico.
Los servicios de las doulas de la muerte garantizan la libertad de expresión y de creencia de la persona en final de vida.
Su actividad también tiene una función educativa ya que las doulas de la muerte dan a conocer con honestidad y desinteresadamente las diferentes opciones a la hora de contratar los servicios funerarios.
Así mismo pueden facilitar y acompañar a la persona moribunda o sus familiares a contratar estos servicios.
En primer lugar hay que aclarar que la atención de las doulas de final de vida empieza antes del fallecimiento y, por tanto, no se puede considerar un servicio funerario.
En segundo lugar, porque cuando la persona muere la atención que brindan las doulas responde a cuestiones de creencias personales escogidas libremente por el moribundo o su familia.
En realidad, sus servicios se centran en el tratamiento ritual del cuerpo antes de que este se enféretre para el tratamiento post mortem elegido.
En ambos casos los servicios de las doulas son “culturales” (y por tanto son consecuencia del derecho de libertad de creencia, de expresión, etc.) y no compiten con los servicios funerarios establecidos.
Los tribunales en dos estados de Estados Unidos han reconocido la labor de las doulas de la muerte y han declarado improcedentes las denuncias presentadas por el sector funerario.
Todo empezó con la denuncia que la industria funeraria de California interpuso en 2020 contra las representantes de la entidad sin ánimo de lucro Full Circle of Living and Dying.
Esta entidad sin ánimo de lucro, brinda atención al final de la vida y ayuda a los clientes a hacer planes para el final de la vida y facilita velatorios en casa.
La industria funeraria argumentaba que su trabajo debía obtener una licencia de empresa funeraria o que las doulas se convirtieran en directoras de funerarias con licencia.
El fallo del juzgado llegó en 2024 dando la razón a Full Circle Living and Dying, y dictaminó que se trata de un servicio de tipo espiritual y cultural que no está sujeto a una licencia funeraria.
También advirtió que la denuncia presentada era un atentado contra la libertad de creencia, lo cual es inconstitucional.
Lauren Richwine es la fundadora de Death Done Differently, ubicada en el Estado de Indiana. Como doula de final de vida trabaja con personas que padecen enfermedades terminales y asiste a sus familias.
Su función es facilitar que el moribundo pueda pasar sus últimos días rodeado de sus seres queridos y con la mayor información sobre las opciones disponibles para ellos, como el entierro ecológico, el compostaje humano, etc.
En enero de 2023, la oficina del fiscal de Indiana notificó a Richwine una orden de cese y desistimiento, ordenándole que para continuar consiguiera una licencia de director de funeraria y de funeraria. Unos meses más tarde se emitió una orden de censura, contra la cual presentaron pleito en los tribunales.
En el caso de Indiana, los denunciantes también eran contrarios a la libertad de expresión que aporta la doula de la muerte en el ámbito de la creencia de la persona moribunda.
Un servicio que no tiene nada que ver con los ofrecidos por el sector funerario. Por supuesto los tribunales declararon improcedentes las exigencias de los demandantes.
Perder clientes es inadmisible para el sector funerario oligopolista y las doulas de la muerte empoderan a las personas para que tomen decisiones informadas.
Ayudan a las familias a elegir el cuidado que quieren para el proceso de morir. Lógicamente, informan que, por ejemplo, el embalsamamiento o tanatopraxia no es un requisito obligatorio.
Además asesoran sobre las opciones de entierro natural, o sobre la vela en casa, rituales que la industria funeraria oligopolista no tolera.
La moraleja de esta situación en Estados Unidos es que a medida que la muerte deja de ser un tabú y las personas toman las riendas de su final de vida, esto empodera y hace crecer la libertad de creencia o de expresión.
La libertad de creencia es un derecho inalienable y esta no puede limitarse ni censurarse.
Un oligopolio plantea este tipo de denuncias, aún sabiendo que no tienen fundamento jurídico, como estrategia de marketing. La denuncia contra las doulas sólo tiene la función de expandir el miedo de las personas hacia estas profesionales.
Alimentar el miedo, a día de hoy, es la forma habitual de control del pensamiento implantada de forma masiva y ostensible en todo el planeta desde 2020.
Recordemos que tanto California como Indiana tiene autorizado también el compostaje humano como tratamiento post mortem.
El compostaje humano facilita un acercamiento ecológico y vivencial al tránsito final. Todo lo contrario de lo que ofrecen las funerarias del oligopolio.
En definitiva, las denuncias fueron un método para expandir el miedo y desacreditar el trabajo de las doulas de final de vida a través de prensa, radio y televisión.
Que hayan ganado el caso las doulas era obvio, pero las funerarias obtuvieron un amplio eco sembrando las dudas y calificando de ilegal el trabajo de las doulas, aunque este no lo es para nada.
De esta manera crearon la percepción social de que el morir y la muerte pertenece al sector sanitario y funerario y que no valen para nada las creencias o los rituales espirituales.
Por eso desde aquí advertimos sobre estas tácticas del oligopolio para contrarrestar sus efectos perversos sobre la opinión pública.
Es fundamental denunciar la manipulación que persiguen estas acciones legales del sector funerario norteamericano.
Que el ataque a derechos constitucionales como los que garantizan a toda persona la libertad de creencia religiosa, filosófica o espiritual es ilegal.
En el mismo artículo de The Order of Good Death, las doulas se preguntaban: ¿es lícito que los legisladores usen el poder de la fobia a la muerte para restringir o prohibir directamente la atención personalizada para el buen morir?
Las nuevas leyes de servicios funerarios en Estados Unidos son cada vez más vagas para que los reguladores puedan boicotear y hacer perder tiempo y dinero a los servicios alternativos de ayuda al buen morir.
De hecho, en España esto ya pasa con las autorizaciones para la comercialización de ataúdes.
A pesar de que los ataúdes en España deben estar homologados (como exige la ley), todas las autonomías españolas han implantado la licencia de comercialización con independencia de la homologación. De esta forma pueden proteger durante un tiempo a las “empresas de ataúdes de la región”.
El Institute for Justice, entidad que defendió en Estados Unidos a las doulas de la muerte, recientemente también aportó algunos consejos a seguir para facilitar la práctica de las doulas en aquel país que pueden leerse en el original.
Para las doulas de final de Vida en España apuntamos algunos consejos básicos:
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Constituir una asociación que agrupe a las personas que ejerzan en España y dispongan de alguna acreditación formativa (1) como doula de fin de vida realizada en España u otro país por una entidad solvente.
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Disponer de un código ético en el que se definan sus funciones frente a un moribundo a la vez que especifican su decálogo de buenas prácticas.
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Tejer una red de doulas de final de vida que ofrezca el directorio por regiones o localidades donde las familias o el enfermo terminal pueda contactar-las.