En nuestra tradición, especialmente, tanto en la cultura íbera como celta, hay un árbol que se asocia a la Vida ya a la Muerte, un árbol que se lo asocia con el renacer y la larga vida y simboliza la inmortalidad y también de la fertilidad. Se trata del tejo.

El tejo (teix en catalán, agin en euskera y teixo en gallego) habita los montes de la montaña mediana tanto de las zonas mediterráneas como atlánticas y es una de les especies más longevas en Europa. Es un árbol siempre verde de porte moderado y de altura discreta que históricamente ha sido venerado por los druidas íberos y celtas.

Para el ecoterapeuta Andy McGeeney, autor de With Nature in Mind (2016), "los tejos no sólo representan la atemporalidad, son bellos a su propia manera y esta cualidad difícilmente explicable puede ser entendida por gente de todas las culturas donde habita".

Tejos y tejedas
Ilustración de una rama de tejo (Taxus baccata) de un pie femenino con las semillas envueltas en la pulpa y conocidas como arilos. Las hojas y las semillas del tejo son tóxicas. Los tóxicos del tejo paralizan el sistema nervioso central.

El tejo europeo se conoce botánicamente como Taxus baccata y pertenece a una familia antigua, las taxáceas, una especie de gimnosperma antigua sin resina ni piñas, cuyas especies aparecen hace más de 200 millones de años.

El género Taxus, al que pertenece el tejo, aparece hace unos 170 millones de años. El nombre genérico del árbol en latín puede tanto derivar de tóxon (arco) por la calidad de su madera, o toxicum, pues prácticamente todo el árbol es tóxico, salvo la parte carnosa que envuelve a la semilla denominada arilo y que en algunas zonas se comía como golosina por su gusto dulzón.

Es un árbol que se caracteriza  por tener individuos con sólo flores masculinas e individuos con sólo flores femeninas. Aunque raramente, también se encuentran ejemplares que tienen ramas masculinas y ramas femeninas en un mismo árbol.

La fertilización de los árboles femeninos se produce con el polen dispersado desde los pies masculinos entre febrero y abril. La fructificación en los pies femeninos es escalonada y se da entre finales de agosto a septiembre.

Algunos árboles a veces presentan como agrupaciones de hojas a modo de pequeñas piñas que es la agalla del tejo producida por un pequeño mosquito parásito: Taxomyia taxi.

El tejo es uno de los árboles más longevos de Europa. De hecho hay tejos milenarios que se encuentran en lugares de culto o cementerios y que probablemente fueron antiguos lugares sagrados. Uno de los más longevos según dataciones recientes se encuentra en la zona del noroeste de Francia, departamento del Eure (Normandía): el tejo capilla de Haye-de-Routot.

El Tejo de Bermiego, con una edad superior al millar de años, fue declarado Monumento Natural en 1995 y es uno de los más importantes de Asturias. Este tejo mide 15 m de copa, 10 m de altura y 6,6 de perímetro. Foto: Turismo Asturias.

En España, también hay algunos ejemplares milenarios, de ellos destaca el tejo de Bermiego (Quirós), también conocido como teixu l'Iglesia. Este tejo hembra  está considerado como el más antiguo de Asturias, y uno de los más longevos de Europa.

El tejo raras veces forma bosquecillos y habitualmente crece de forma aislada entre roquedos. En la península ibérica todavía encontramos algunos hábitats en los que se han formado tejedas o pequeñas poblaciones de tejos. Quedan algunas zonas montañosas del Sistema Central, la cordillera cantábrica y algunas zonas del Sistema Ibérico y los Pirineos sobretodo, donde quedan algunas tejedas.

Se especula que los bosques de tejo fueron talados masivamente por su madera elástica y empleada en la fabricación de arcos, entre otras utilidades. En las zonas donde este árbol convivía con la ganadería extensiva, se cortaban para evitar que los animales se envenenaran con sus frutos.

Si un fuego los afecta y este árbol pueden rebrotar tras el incendio, si no es demasiado virulento. En las zonas donde se deja ganado pastando libremente por el monte, el tejo se ve afectado por el ramoneo sobre sus hojas.

En cualquier caso, hay estudios que muestran que en otras épocas fue un árbol muy común en los bosques europeos. Hoy es habitual que se utilice en jardinería tanto por su simbolismo como por su carácter de árbol de hoja perenne.

Sustancias venenosas pero curativas
Detalle del arilo o pulpa carnosa que envuelve a la semilla del tejo. Tanto las hojas como las semillas son tóxicas. Foto: Wikipedia

Del mismo modo que cura, el tejo puede matar. Todas las partes del tejo, excepto la carne roja que envuelve las semillas, los arilos, contienen taxina, un potente alcaloide.  Julio César cuenta en su obra De bello Gallico VI que Catuvalcus, jefe de los eburones, se suicidó con una infusión de tejo.

Así mismo, el historiador romano Estrabón ( 64 o 63 a.C.- 23 o 24 d.C.) narra que, “los cántabros, galaicos y astures hicieron uso del letal veneno del tejo para suicidarse tras la batalla de Monte Medulio (Lucio Anneo Floro, Historia Romana, IV, 13)”.

Sin embargo animales como los rumiantes pueden tolerar cierta dosis de este alcaloide. El tejo, a pesar de su toxicidad, tiene fama en la farmacopea popular y es usado desde la antigüedad como emenagogo y narcótico.

Los pies femeninos producen semillas (venenosas para el ser humano) envueltas de una pulpa roja, denominada arilos (como los de la granada).

Las intoxicaciones por el alcaloide de la taxina, normalmente se producen al mordisquear hojas o ramillas. Los tóxicos del tejo paralizan el sistema nervioso central.

La ingestión de hojas o semillas del tejo aceleran el pulso al principio, que después se va volviendo más lento e irregular, y la muerte se produce por parálisis respiratoria.

El equipo del etnobotánico Emilio Blanco recoge la anécdota que en el  pueblo asturiano de Teixois (Taramundi), antaño, las semillas eran utilizadas para facilitar la muerte a personas ya desahuciadas a modo de sedación natural.

La pulpa de los arilos del tejo no son tóxicos y son apreciados por la fauna silvestre (zorros, tejones, ardillas, mirlos, tordos, etc.) quiénes facilitan la dispersión de sus semillas incrustadas en los excrementos.

Detalle del ensamblaje y desensamblaje de los microtúbulos, proteína tubulina que componen los centriolos y desempeñan un papel crucial en la división celular, y como el fármaco anticáncer taxol actúa. Imagen: Berkeley Lab’s Life Science Division.

Una singularidad farmacéutica tiene que ver con el descubrimiento en 1962 de una sustancia, taxano, presente en la corteza del tejo del Pacífico (Taxus brevifolia), el paclitaxel o taxol, y el docetaxel o taxotere con propiedades anticancerígenas que se autorizó comercializarse hasta 1992.

El primero en llegar a la fase clínica lo hace con el nombre comercial de taxol y más tarde aparece el taxotere.  Los taxanos (a día de hoy hay varios) se emplean en la quimioterapia para cánceres de ovario y mama, entre otros.

Las expectativas comerciales de la quimioterapia de los taxanos empezó a esquilmar bosques enteros del tejo del Pacífico, y también de la especie propia de India (Taxus wallichiana). 

Por ejemplo, en los inicios de su uso, para disponer de las dosis para tratar doce mil pacientes se requerían 25 kg de taxol lo que suponía talar 30.000 árboles.

Pronto las autoridades internacionales debieron intervenir y desde 1995 se prohibieron las talas e importación de hojas de tejos ante la amenaza de extinción para algunas de sus especies.

A día de hoy buena parte de los taxanos empleados en quimioterapia se sintetizan en el laboratorio. Sin embargo, las poblaciones silvestres en algunas zonas del planeta todavía son esquilmadas (especialmente las especies norteamericanas y asiáticas que contienen más taxanos).

La mirada detallada del ensamblaje y desensamblaje de los microtúbulos, paquetes de microtúbulos (MT) estabilizados con taxol, proporciona una nueva perspectiva sobre el éxito del taxol contra el cáncer. Imagen: Nature Materials (https://goo.su/XP)

Un veneno natural se convierte en una cura vegetal casi milagrosa, (aunque no exenta de efectos secundarios graves) y amenazamos la conservación de sus productores frente a la codicia de la industria farmacéutica oncológica.

El mercado mundial de taxanos para tratamientos oncológicos se ha ampliado enormemente con nanotecnología y complementos y se estima que mueve varios billones de dólares.

Una quimioterapia con taxanos requiere hasta la remisión de síntomas de unos 6 ciclos con 260 mg/m2 durante 30 minutos por 3 semanas con Paclitaxel-albúmina (nombre comercial, Abraxene) que al final de los ciclos puede costar casi seis mil euros (según un informe hospitalario español de 2012). 

El taxol actúa a nivel celular impidiendo o ralentizando drásticamente la división celular descontrolada ya que bloquea la llamada hidrólisis (GTP) de la guanosina trifosfato de los microtúbulos.

Hasta ahora los detalles atómicos sobre cómo los microtúbulos pasan de estructuras polimerizadas a despolimerizadas y el papel que puede desempeñar el taxol son todavía incompletos. Los microtúbulos de los centriolos también intervienen en procesos de conciencia del ser humano.

En cementerios, el tejo guía a las almas
El impresionante perímetro del tejo milenario de Menil Ciboult. Foto cortesía del ayuntamiento.

Donde la cultura druídica se ha mantenido viva, el tejo se aprecia como árbol de la Vida y la Muerte. Por este motivo era un árbol que en las zonas celtas e íberas se plantaba en los cementerios.

Pero también se consideraba que el espíritu que habita el tejo tenía como misión conducir el camino de las almas hacia el mundo de los espíritus. De ahí que fuera plantado en muchos cementerios de tradición celta o íbera y que a día de hoy persistan como árboles centenarios cuando no milenarios.

La presencia del tejo en cementerios la podemos observar dentro y fuera de la península ibérica. Por eso, hay varios tejos milenarios documentados, tanto en la zona cántabra como en la región bretona y normanda.

En la región de la Baja Normandía queremos destacar el del tejo ubicado en el recinto del cementerio de Ménil-Ciboult (departamento de Orne). Se trata de un tejo milenario de más de 12 metros de diámetro que alcanza 14,60 metros de altura.

Parecen varios ejemplares, porque en realidad lo que sobrevive son los rebrotes de lo que debió ser un árbol gigante en su momento. Según los expertos en dendrocronología se calcula su longevidad en una edad que alcanza los 1500 años.

Al lado de la iglesia de Estry se ubica un tejo milenario de enormes dimensiones. Foto cortesía del ayuntamiento.

En el cementerio de Ménil-Ciboult (Orne), desde que hay memoria escrita, este árbol vela por los difuntos, sin embargo, algunos historiadores hablan de que la iglesia simplemente asimiló algunos ritos precristianos. Esto explicaría la permanencia de este tejo en el actual cementerio parroquial.

En el centro de este asombroso monumento natural, de un árbol que podríamos apreciar como vacío ya que no tiene un único tronco, se dice que pueden reunirse en su interior hasta veinte personas pueden estar juntas.

Otro tejo milenario, cuya edad calculada oscila entre 1400 y 1600 años, se encuentra al lado de la iglesia de Estry (en la región francesa de Calvados). Se trata de un ejemplar que se encuentra en plena forma. En el 2009 sumaba un diámetro de 1,40 m a un metro del suelo y el perímetro de su circunferencia era de 11,55 m.

Simbolismo y tradición sobre el tejo
Detalle de un capitel y su columna con motivos vegetales que parecen inspirados en las hojas, frutos y porte del tejo en el monumento prerrománico de Santa María del Naranco. Foto: Asturias Turismo.

En el aspecto simbólico hay que considerar la presencia de la madera de tejo en utensilios en yacimientos prehistóricos. A modo de curiosidad, el famoso hombre prehistórico de Ötzi, descubierto congelado en un glaciar en 1991 en los Alpes, llevaba un arco de tejo.

Los descubrimientos en el poblado paleolítico de la Draga en el Estany de Banyoles (Girona), de mangos y arcos de madera de tejo nos sitúan el uso de este árbol hace unos siete mil años.

Sin embargo, hay que destacar la presencia de del tejo como árbol sagrado en la cosmogonía tanto celta como íbera. Esta simbolización del tejo puedo deberse tanto por su longevidad, se veneraba como el árbol de la vida eterna, como por el aspecto de su de árbol vital gracias a su follaje siempre verde.

De hecho, las hojas de tejo han sido esculpidas en algunas columnas de templos románicos, como en el monumento prerrománico de Santa María del Naranco (Oviedo), aunque algunos estudiosos opinan que se trata de decoración basada en tejidos orientales.

Algunos de estos monumentos prerrománicos son herederos de rituales ancestrales. Los druidas, con palillos de tejo adivinaban el futuro y llevaban un báculo de madera de tejo. Invocaban también al espíritu del tejo para que aquel ayudara en los procesos de muerte física y allanara el camino del moribundo al mundo espiritual.

Precisamente es un tejo el árbol protagonista del film Un monstruo viene a verme. El espíritu del tejo se invocaba también por su capacidad para renovar lo viejo y trascender hacia niveles vitales de más alta vibración.

En su aspecto más mágico, las ramas de tejo se utilizaban para proteger el camino de los moribundos a modo de bendición. Por eso todavía en algunos pueblos del noroeste ibérico en el domingo de Ramos se bendicen ramos de tejo y no de laurel.

Tejedas para visitar
Ejemplares de tejos centenarios en el bosque del Tejedelo, en Requejo de Sanabria, provincia de Zamora. Foto: Descubre Sanabria.

En España es difícil caracterizar las formaciones de tejos, puesto que no existen verdaderas tejedas. Las agrupaciones de tejos con más ejemplares, presentan un estrato arbóreo muy denso, y un sotobosque muy pobre con pocos matorrales y hierbas.

En general, no forman bosques uniformes sino que están mezclados con otras variedades de árboles. En los últimos lustros, diversos investigadores han estudiado la realidad del tejo en España como queda patente en las IV Jornadas Internacionales del Tejo de 2014.

No me extenderé sobre la importancia para la conservación del patrimonio natural y cultural de este árbol ampliamente estudiado.

El inventario de tejos milenarios o monumentales por toda la península  ubicados cerca de iglesias o cementerios o en espacios de montaña emblemáticos es impresionante y basta con buscar por la web.

Me he limitado a recopilar, sólo a título de ejemplo, las agrupaciones de tejo, las tejedas más remarcables y cuya visita es toda una experiencia naturalista.

Sendero de los Tejos Milenarios en el nacimiento del río Guadalquivir (en el término municipal de Quesada), en la Sierra de Cazorla, ofrece un trayecto corto y de recorrido en llano que permite observarlos ejemplares de este páramo andaluz que superan los mil años de antigüedad.

Ejemplares de tejos centenarios en el tejeda de Tosande. Foto: Turismo Castilla y León.

Laciana, reserva de la biosfera (término municipal de Villablino, en la provincia de León). Los tejos del bosque de Rioscuro se encuentran en un hábitat que presenta una elevada diversidad botánica de árboles y arbustos.

Tejedas de la cuenca del Alto Sil, Rubia y Ancares es una de las zonas más olvidades.del norte de España donde se encuentran un buen número de tejedas. Sobre estas hay un magnífico libro titulado y disponible en PDF: Patrimonio Secreto. Cultura y Biodiversidad del Tejo en la Cuenca del Sil.

La Tejeda de Tosande se ubica en el Parque Natural de las Fuentes Carrionas y Fuente Cobre (provincia de Palencia) que se puede observar a través de una ruta de unos 10 km a través de un bosque de hayas con algunos ejemplares monumentales de tejos de tronco retorcido.

Las tejedas en Catalunya inventariadas se agrupan en unas 64 hectáreas según los estudios del programa europeo Life Taxus. Hay cuatro enclaves catalanes con tejedas: Sierra de Cardó, Sierra de Llaberia, Montañas de Prades y Alta Garrotxa. La mejor conservada es la tejeda de Cosp.

 

>>Este artículo rinde homenaje a Ignacio Abella quién publicó en 2009 un documentado libro sobre este árbol mágico titulado La cultura del tejo, esplendor y decadencia de un patrimonio vital.

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