The Coffin Club en Nueva Zelanda es una curiosa red asociativa que fomenta la autoconstrucción y/o decoración del propio ataúd o féretro como primer paso para asumir la muerte en vida, y planificar con detalle su funeral.

Quererse decorar el propio ataúd puede parecer algo presuntuoso, pero todo lo que sea planificar la propia ceremonia funeraria constituye una forma de asumir la muerte en vida y por tanto ser también más libre.

Esta experiencia de bricolaje y artística les permite asumir la muerte en vida, y planificar con detalle su funeral. La libertad de poder decorar el féretro es también la libertad de perder el miedo a la muerte.

En el Reino Unido, pero también en Australia y Nueva Zelanda, para el negocio funerario no hay ninguna ley que obligue a usar un determinado tipo de féretro y por eso, además de haber fabricantes de ataúdes no convencionales y ecológicos, esto permite que cualquier persona pueda fabricarse su propio ataúd.

Esta libertad de poder realizar el último viaje con el ataúd de autoconstrucción que uno quiera, permitió que en Nueva Zelanda surgiera en 2010 una iniciativa de personas que fabrican y decoran el féretro que se usará el día que fallezcan.

Empoderarse y planificar el propio funeral
Dos miembros del Hawke's Bay DIY Coffin Club valorando el montaje de un ataúd. Foto: Stuff.

“La muerte es un tema tan tabú que incluso las personas que han vivido con plenitud su vida a veces pierden el control de sus últimas decisiones”,

Este pensamiento es de Katie Williams, fundadora del primer The Coffin Club (club del ataúd) y la idea nació de un grupo de la Universidad para Personas de la Tercera Edad (U3A) de Rotorua, una localidad de algo más de cincuenta mil habitantes en la isla del norte de Nueva Zelanda.

En el momento de su creación en 2010, Katie Williams era una enfermera de cuidados paliativos retirada de 77 años, que durante su carrera vio a mucha gente morir mientras sus familiares decidían todo lo referente a su funeral.

Impresionada por ver que la mayoría de los entierros eran impersonales y estandarizados y que no representaban la forma de pensar de la persona y que no respetaban a menudo las últimas voluntades de la persona fallecida le impulso a crear los coffin club.

A día de hoy estos Clubs del Ataúd o el club de haz tu mismo tu ataúd (DIY coffin club) se han creado y organizado en cuatro áreas de Nueva Zelanda y entre todos suman varios centenares de miembros, especialmente en la isla del norte de aquel país, pero a día de hoy han salido en la isla del sud otras iniciativas parecidas..

Una idea que se extiende

Pero lo interesante también es que la idea ya ha desembarcado en el Reino Unido donde también existen (2019) clubs en ocho condados. La funeral revolución está en marcha.

La base de cada uno de estos clubes es proporcionar una instalación y un entorno seguro y acogedores ea la vez que brindar  apoyo emocional y cultural para plantear, abordar, comprender y aceptar las  cuestiones relacionadas con la muerte y la pérdida a través del diálogo entre sus miembros. Y por supuesto, darse apoyo en la actividad de fabricar y decorar  sus propios ataúdes.

El objetivo último de estos clubs es no perder las riendas de la vida en el propio final. “Morir, como nacer, debería ser una celebración” afirma uno de sus miembros. En España no sería posible ya que los atáudes precisan de homologación oficial..

Un canto a la vida, una explosión de creatividad, “Construye tu féretro con amor / un sitio donde descansar y cantar tu canción / es el último verso, pero la vida sigue / Sí, la vida sigue... Hasta que acaba”
Féretros autoconstruidos y apoyo emocional frente a la muerte y el duelo
Dos militantes de The Coffin Club con sus respectivos féretros decorados por ellas mismas.

El fondo de las ideas de The Coffin Club es “¿Qué sentido tiene llevar una vida atrevida y llena de color para que al final lo decidan todo los demás". La convicción de los miembros del club es que el último sueño debe ser para planificar la propia despedida. 

Los ataúdes decorados, ya sean con fotos del ídolo de juventud, de simpáticos animalitos de la propia granja o cualquier otro motivo no es más que el estandarte para llamar al empoderamiento de la propia ceremonia funeraria.

Las personas que quieren fabricar o pintar sus propios ataúdes tienen la oportunidad de hacerlo en instalaciones a cubierto y con las herramientas apropiadas. También puede dejarlo almacenado, aunque la mayoría se lo lleva y lo emplea como mueble o pieza decorativa en su casa. Sin duda, una de las particularidades de estos clubs es que lo forman entusiastas en el bricolaje que se han hecho artistas en la construcción de féretros y decorarlos.
 
No hay duda que algunos de los miembros del club tienen motivaciones de ahorro, ya que un ataúd autofabricado raramente supera los 500 dólares neozelandeses (unos 300 euros), lo que supone un coste de incluso diez veces menos que uno de convencional. Precisamente, la actividad del club ha propiciado que algunas funerarias empiezan a ofrecer opciones más baratas.

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La socialización constituye el aspecto más importante de estos clubs ya que en general son personas mayores, algunas de ellas viven solas y van escasas de cariño, así que las reuniones semanales sirven de apoyo emocional entre sus miembros. Algunos de sus miembros hace años que acabaron su féretro, pero asisten a las reuniones, toman el té, ayudan a los demás, y entre todos reflexionan sobre la muerte y tejen relaciones.

Su festivo y singular mensaje inspiró a la cineasta Briar March, a producir en 2017 el cortometraje de 4 minutos The Coffin Club,en el que las protagonistas del mismo eran las propias personas socias del club.

Este cortometraje es una verdadera maravilla, un canto a la vida, una explosión de creatividad, Cantando y bailando al unísonos: “Construye tu féretro con amor / un sitio donde descansar y cantar tu canción / es el último verso, pero la vida sigue / Sí, la vida sigue... Hasta que acaba”.

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