Mi vida sin mi
Sarah Polley, Amanda Plummer, Leonor Watling, Scott Speedman, Debbie Harry, María de Medeiros, Mark Ruffalo y Alfred Molina
Mi vida sin mi parte de un guion tomado de un relato de Nanci Kincaid para sumergirse en los caminos de la muerte y la vida.
La película cuenta la vida de Anne –casada y con dos hijas pequeñas, con un marido sin mucha suerte y con su padre en la cárcel–, a quien diagnostican un cáncer terminal, que ella decide ocultar a los suyos.
La enfermedad la obliga a replantearse la vida por completo y escribe una lista de cosas que no quiere dejar de hacer antes de morir.
Entre estás visitar a su padre en la cárcel o tener sexo con alguien que no sea su esposo, en un intento de que todo quede ordenado cuando ella desaparezca.
Una oda al amor y a la vida
La existencia de esta joven madre de 23 años está llena de luz, y se esfuerza para que la vida de los que la rodean brille y esté ordenada cuando ella desaparezca.
Sin duda es una oda al amor y a la vida desde la perspectiva de la muerte revitalizadora.
Una película que no deja indiferente por el entrañable y valeroso viaje de la joven madre, de la esposa, con una hija, una amante y una amiga que camina junto a ella hacia un final. Acompañantes que le ofrecen una mirada serena y el convencimiento que su propósito es firme.
Es esta actitud lo que le permite despertar un amor inmenso e infinito que anidaba sin embargo en su cuerpo aunque se apaga su espíritu resplandece con fuerza.
Precisamente, es la memoria de los otros, aquello que en realidad nos mantiene vivos cuando ya hemos partido.
La gran sensibilidad mostrada por Isabel Coixet en la dirección de la actriz Sarah Polley, hizo que las lágrimas y las emociones se desbordaran entre el público e incluso entre los críticos durante el Festival de Berlin.
El film permite adentrarse también a cuestiones de bioética, aspecto que se puede complementar con la lectura de un interesante artículo.