cartel Cuando el destino nos alcance

Cuando el destino nos alcance

Título original
Soylent Green
País
Estados Unidos
Fecha de edición
1973
Duración
97 min
Género
Ciencia ficción, distopía
Dirección
Richard Fleischer
Reparto

Charlton Heston, Leigh Taylor-Young, Edward G. Robinson, Chuck Connors, Joseph Cotten, Brock Peters, Paula Kelly, Stephen Young, Mike Henry, Whit Bissell

Fotografia
Richard H. Kline
Música
Fred Myrow
Montaje
Samuel E. Beetley con guión de Stanley R. Greenberg
Producción
Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Estreno en España
1974 (Febrero)
Público
Sinopsis

El miedo a la muerte se ha convertido en protagonista de los medios de comunicación de masas desde principios de 2020. El miedo a morir se ha agitado por un coronavirus (el virus de la gripe), más o menos contagioso que no es más mortífero. 

Sin embargo, contra todo pronóstico en lugar de aislar a los enfermos con síntomas, se ha confinado a todos los sanos calificados de asintomáticos.

En esta versión actual de la realidad, los funerales humanos se prohibieron. La despedida de un ser querido se convirtió en un suplicio al no poder expresar el dolor de la pérdida.

Las personas fallecidas de la llamada enfermedad Covid-19 se convirtieron en apestados. Los fallecidos durante el Estado de Alarma sanitaria fueron enferetrados con prisas y mínimo respeto por ser considerados una fuente de infección (Sin estar demostrado científicamente). La mayoría fueron a incineración o inhumación con un mínimo ritual o directamente sin ceremonia alguna.

Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, en su título original) es una película que podemos calificar de ciencia ficción, pero que contiene elementos que hacen reflexionar sobre el destino final del cuerpo humano tras fallecer.

Un futuro muy negro

El detective Thorn y el investigador jubilado Sol Roth, un superviviente de otra época, sospechan que detrás del alimento fabricado por la Soylent Corporation para dar de comer a la superpoblación hay algo inquietante. De sus pesquisas se encontrará cara a cara con la verdad fundamental de la democracia capitalista: "¡Soylent Green existe por la gente que lo consume!"

En esta película, que algunos califican de joya de la ciencia ficción, luce un contundente Charlton Heston (1923-2008), cuando era un tipo comprometido socialmente y un no menos genial Edward G. Robin (1893 –1973) en el papel de Sol Roth, quien murió poco después de rodar este film.

Cuando el destino nos alcance nos muestra algo que ahora mismo parece que esté sucediendo. La futura sociedad que se nos plantea en esta película no da lugar a escapar y hay que aceptar la muerte asistida o eutanasia.

El ambiente de Nueva York situado en 2022 es el de una metrópolis superpoblada de 40 millones (en 2020 era de unos 8,5 millones) en la que la mayoría es pobre y desalmada que convive junto a una minoría rica a reventar.

Pero mientras los ricos viven muy bien, los pobres se mueren literalmente y por miles en calles e iglesias convertidas en hospitales e hospicios de campaña.

Tiempo de muertes

En esta sociedad de la película, de miles de muertos las garras del poder político y ejecutivo están al servicio de los intereses  de la corporación Soylent Industries, En fin, nada que no se pueda afirmar del oligopolio farmacéutico como lo prueban los casos de corrupción de este sector.  

En la era del Covid-19 vivimos tiempos de muerte. No tanto de muertes físicas, que también, aunque no más de las habituales, sino de muertes de valores y sobretodo de la muerte de la racionalidad.

En este caos actual plandificado, los derechos democráticos se suprimen para evitar un contagio según unas pruebas analíticas más que sospechosas en lugar de atender los síntomas.

En este caos plandémico, mientras el pequeño comercio se muere, al igual que los lugares de reunión social como los bares, restaurantes, teatros, cines, espacios culturales, etc., empresas transnacionales como Amazon o Facebook se enriquecen gracias a la humanidad confinada.

Soylent Green frente a Big Farma

La muerte para Soylent Green se convierte en alimento y riqueza. La muerte del Covid-19 es la estrategia del oligopolio farmacéutico para enriquecerse con vacunas, tests. etc..

En un caso son alimentos corruptos en la distopía 2022, mientras que en la realidad 2021 son vacunas para experimentar con el genoma humano.

En ambos casos, mantener el poder de las corporaciones conlleva  ciudadanía sin libertades democráticas (libertad de circulación, libertad de trabajar en su propio negocio, etc.).  

Esta película nos pone frente a un 2022 que parece actual. La diferencia es que en la actualidad del 2021, la muerte alimenta el miedo, mientras que en Cuando el destino nos alcance, la muerte se convierte en alimento.

El miedo a morir actual no es por inanición sino porqué se ha destruido la autoestima de la ciudadanía y la capacidad humana para usar la inteligencia racional y advertir que nos están convirtiendo en esclavos de una élite.

Cuando el destino nos alcance, ¿ficción o realidad?. El viejo Sol Roth lo deja claro: "La gente siempre estuvo enferma, pero antes el mundo era maravilloso".

Una joya de la ciencia ficción

Cuando el destino nos alcance es una película que en la época se realizó con medios parcos, pero que en cambio gozó de una dirección impecable.

Desde el punto de vista narrativo el film se nos muestra cómo un thriller, pero teñido de melodrama de ciencia ficción. Una película intrigante, pero con pinceladas críticas y buenas lecciones de compromiso ético.

Esta película estrenada un año después del famoso A Blueprint for Survival (Manifiesto por la Supervivencia) y la primera Conferencia Mundial del Medio Ambiente en Estocolmo nos muestra un planeta que parece ser sacado de la realidad que observamos a día de hoy: superpoblación, devastación ecológica, efecto invernadero, hambrunas, etc.

En esta película las personas son como cabezas de un ganado con las que hacer comida una vez terminan su ciclo, como esclavas que enriquecen el capitalismo de una élite. En definitiva, una película de culto, inteligente e imprescindible para reflexionar sobre el sitio de la muerte en nuestra sociedad.

Basado en la novela “Hagan sitio, hagan sitio”

Harry Harrison (1925-2012) novelista de ciencia ficción norteamericano y abanderado del esperanto como lengua universal, escribió en 1966 la novela de ciencia ficción Make room, make room (¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!) que explora las consecuencias de la crisis socioecológica que se intuía tras la publicación de El mar que nos rodea (1951) o Primavera Silenciosa (1962) de Rachel Louise Carson (1907-1964).

El relato de Make room, make room está ambientado en un futuro agosto de 1999 hasta el fin de año y siglo en la ciudad de Nueva York. La novela explora las tendencias sociales que podrían darse frente a la superpoblación.

Curiosamente, la novela describe un mundo donde la población mundial es de siete mil millones (adivinó!) sujeta a hacinamiento, escasez de recursos y un desmoronamiento socioeconómico y ecológico (avanzó la crisis socioecológica y económica que vivimos).

La trama transcurre a modo de reportaje periodístico en el que nos ilustra sobre las vidas de personas de diversos ámbitos en una superpoblada metrópolis de Nueva York que cuenta con una población de 35 millones (la multiplicó por 4 respecto a la realidad).

El guión de la película cambió gran parte de la trama de la novela original y del tema de fondo e introdujo el canibalismo como una solución para alimentar un planeta superpoblado.

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