Algunas horas de primavera
Vincent Lindon, Héléne Vincent, Emmanuelle Seigner, Olivier Perrier
Alain es un hombre cansado que sale de la cárcel tras una condena de año y medio por haber intentado pasar canabis en su camión y en cierto sentido, la prisión le salvó de encontrarse en un callejón sin salida y que su "mundo" se olvidase de él.
Sin embargo, una vez en libertad, se ve obligado a irse a vivir con su madre, Yvette, una mujer modesta que ha sido incapaz de manifestarle su cariño. Una madre que en este preciso momento lucha contra un cáncer terminal y desearía acabar con su vida dignamente en Suiza.
La película transcurre entre escenas cotidianas, desde almuerzos a charlas triviales pasando por discusiones y silencios llenos de mensaje.
Es precisamente esta laxitud del tiempo expresada en planos largos que el film hace más angustiante esas horas de amor y de silencio cómplice que preceden a la muerte de su protagonista.
Uno tiene la impresión que los personajes de Algunas horas de primavera actúan como si tuvieran un cronómetro en la mano para dar la entrada a la muerte.
Ambos protagonistas han desarrollado una vida llena de carga emocional y sin embargo, frente a la muerte esta se instala en la cotidianedad no exenta de humor.
Las apariciones del humor son mayormente obra de Callie, la perra bóxer que convive con Alain e Yvette. El animal no sólo comparte vivienda sino también protagonismo.
La omnipresencia de esta impresionante interpretación de la perra Callie en los planos y los diálogos inteligentes se complementa con la importancia de crear el vínculo entre madre e hijo.
Callie no es sólo un animal de compañía común, sino que es también el vínculo y el humor entre esta pequeña familia, a la vez que una especie de alarma vital. La perra casi se muere con el raticida que le suministra su dueña.
Un alegato a la muerte digna
Algunas horas de primavera es un alegato a la muerte digna. con la eutanasia de fondo y toma la excusa de la programación de la "muerte" para ahondar en esa relación con el tiempo de la que a menudo queremos no ser conscientes.
Una película inteligente que destina el metraje a mostrarnos las horas de negación, de resistencia y de no aceptación de lo que nos ofrece la vida para que finalmente nos reconciliemos con lo que fluye, incluso ante la posibilidad de saber la hora de la muerte de un ser querido.
Una película acerca del conflicto con el tiempo y cómo la mayor parte de los seres humanos no somos conscientes de su paso. Nos adentra en las profundidades de las horas y los años pero nos ensalza la magia de lo cotidiano que se nos escapa frente a un guion vital que no aceptamos y contra el cual luchamos constantemente.
Nos recuerda que lo más valioso que nos ofrece la vida es dejarnos llevar por su flujo vital. En el film, Callie, el perro, es quien a modo de reloj alarma nos despierta antes de que sea tarde.
Este film tuvo poca repercusión pesar de sus méritos en saber crear una enorme conciencia sobre la temática que aborda: la muerte digna asistida.