Los cambios producidos en el cuerpo sin vida a partir del momento en que se interrumpen los procesos vitales es lo que se conoce como los fenómenos o procesos cadavéricos tempranos.

La vela en el domicilio mortuorio se puede prolongar hasta un máximo 48 horas que en España está permitida sin ningún tipo de conservación transitoria (se puede llegar a las 72 horas con elementos que retarden la descomposición).

La observación de estos procesos o signos cadavéricos tempranos durante las horas del velatorio son una prueba inequívoca de la muerte.

Aunque estos fenómenos son más bien objeto de estudio en la ciencia forense, es interesante que las personas que acompañan al final de vida (doulas de la muerte) o las familias que quieren participar en la preparación del cuerpo para la vela lo conozcan.

La acidificacion de los tejidos
La técnica de Lecha Marzo consiste en aplicar una hoja de papel de tornasol, con una escala limitada para facilitar precisón y medir el pH del líquido del globo ocular, por debajo de los párpados, y comprobar la acidificación del signo de la muerte.

Una de las observaciones más sencillas sobre el cuerpo de un fallecido es la llamada acidificación de los tejidos. Este fenómeno muestra un descenso del pH y empieza a manifestarse a partir de los 30 minutos después de la muerte clínica.

La acidificación es un parámetro muy fácil de comprobar con la denominada técnica de Lecha-Marzo, Esta consiste en aplicar una tira de papel de tornasol de medición del pH en el líquido que baña el globo ocular, por debajo de los párpados, para comprobar la presencia de un medio ácido. La acidificación tisular es un signo de muerte infalible.

En vida, las lágrimas muestran un pH neutro bajo los párpados, en cambio, en un fallecido el papel tornasol cambia a verde-azulado a anaranjado.

Se debe al cese de las oxidaciones orgánicas y al cúmulo de catabolitos ácidos que se generan sin oxígeno en los líquidos corporales y tejidos.

Es un signo seguro de muerte ya que la acidificación impide la revitalización de los tejidos y por tanto es un diagnóstico de muerte inequívoco que además aparece rápidamente.

Fue ideada por el médico forense Antonio Lecha Marzo (1888-1919), uno de los creadores de la policía científica de principios del siglo XX, autor, entre otras, del Tratado de autopsias y embalsamamientos: el diagnóstico médico-legal en el cadáver (1917).

Enfriamiento cadavérico o Algor Mortis
El enfriamiento cadavérico generalmente comienza en los pies, las manos y el rostro. Sin embargo, hay que tener en cuenta factores individual, ambiental y relacionado con la causa de muerte. Ilustración de Thiago Roberto da Silva (2021)

El otro fenómeno que podemos medir es el descenso de la temperatura o Algor Mortis. En este caso poco a poco la temperatura corporal de 35,5 a 36,5 irá bajando progresivamente hasta nivelarse con la temperatura ambiente.

El enfriamiento cadavérico, sigue la llamada curva de Marshall y Hoare. El descenso de temperatura se aprecia al tacto hacia las dos horas de la muerte en manos y pies.

Luego progresivamente, se traslada al pecho y la espalda y finalmente el vientre, las axilas, el cuello.

La llamada curva de dispersión térmica viene caracterizada por un primer período, antes de las cuatro o cinco horas en que la temperatura corporal disminuye en no más de medio grado a la hora; luego, entre las 6 y las 10 horas, el descenso térmico es de alrededor de un grado por hora.

Y finalmente, el tercer período que se alcanza entre las diez-doce horas hasta nivelarse con la temperatura ambiente descendiendo menos de un grado por hora.

La deshidratacion
Uno de los signos de muerte más evidentes es el hundimiento del globo ocular y la opacidad de la córnea en una pupila totalmente dilatada, fenómeno conocdo como signo de Stenon-Louis.

Cómo seres cuya masa corpórea es en un setenta por ciento agua, la falta de homeostasis o regulación vital provoca una perdida de agua por evaporación.

Esta se observa principalmente, en los ojos. El ojo se va desecando perdiendo transparencia, tersura y brillo, llegando a arrugarse y retraerse en la cuenca orbitaria dando lugar al denominado ojo cadavérico.

Este se caracteriza por el hundimiento del globo ocular y la opacidad de la córnea o signo de Stenon-Louis debido a la pérdida de la transparencia de la córnea, la cual queda recubierta por una telilla albuminosa.

Es un fenómeno relativamente precoz, pero que varía en tiempo de aparición según que el cadáver haya permanecido con los ojos abiertos o cerrados. En ojos abiertos estos manifiestan signos diferenciales concretos a partir de los 45 minutos del deceso. Si el fallecido muere con los ojos cerrados estos pueden tardar en observarse más de doce horas.

Otro signo característico que se presenta entre las 3 a 5 horas es el de Sommers-Larcher caracterizado por la aparición de la mancha esclerótida de color negruzco en la base de la córnea. Está causada por la pérdida de transparencia de la membrana esclerótica ocular debido a la deshidratación. También puede observarse como una mancha negruzca en el centro del ojo.

Por supuesto esta deshidratación, también pasa a ser en los partes del cuerpo hidratadas como las mucosas (labios, escroto, glande, vulva, vagina, ano). En los labios es fácil observar un ribete pardo rojizo que ocupa su zona más externa a partir de las tres horas.

La lividez o Livor mortis
El livor mortis o livideces debido a la deposición de la sangre como resultado de la deposición de la sangre en los sitios declives y aparecen a partir de la primera hora de fallecer y alcanza su máximo sobre las doce horas.

Si el cadáver está en posición de decúbito dorsal, las denominadas livideces hacen su primera aparición en la parte posterior del cuello. Las livideces son manchas púrpuras/violáceas que aparecen en la piel en las partes que reposan sobre alguna superficie.

Se producen por el cese de la circulación sanguínea que hace que esta tienda a depositarse en las partes inferiores, por tanto, en la espalda, partes traseras de las piernas, etc.

Comienzan a aparecer en el dorso del cuello alrededor de los 30 a 45 minutos. En el resto del cadáver será a partir de las 3 a 5 horas después de la muerte y ocupan todo el plano inferior del cadáver a las 10 ó 12 horas del fallecimiento.

Hay una maniobra sencilla de comprobación que es la denominada transposición de livideces que consiste en ejercer una presión con el pulgar sobre la zona de lividez. Si esta desaparece con la presión que ejerce el pulgar, el cadáver tiene un tiempo de muerte estimado menor de 8 a 12 horas.

Después de las 24 horas no se forman más livideces ni desaparecen presionándolas. Sin embargo, algunos cadáveres no muestran livideces, caso de las personas ancianas, anémicas, etc.

La rigidez o Rigor mortis

La rigidez o Rigor Mortis consiste en el endurecimiento de todo el cuerpo debido a retraccion de los musculos del cadaver, provocada por la degradacion irreversible de los procesos fisiológicos musculares.

Aparece sobre las 3 horas después de la muerte y se completa a lo largo de las doce primeras horas. Es un fenómeno progresivo y descendente. Se inicia en la mandíbula y región facial (nuca, cuello) y va bajando por el tórax, abdomen, extremidades superiores y extremidades inferiores.

Estos cambios en la musculatura lisa inicialmente provocan la dilatación de la pupila o midriasis, pero más tarde van provocar también la llamada retracción de las pupilas.

En algunas fallecidas puede observarse la aparición de «piel de gallina» debido a la contracción de los músculos pilorectores, y pueden darse fenómenos atípicos como la evacuación de excrementos, la expulsión de fetos en embarazadas, o incluso la eyaculación denominada post mortem.

La rigidez completa se presenta entre las 12 a 15 horas, y desaparece entre las 20 – 24 horas, momento en que la musculatura vuelve a flexibilizarse debido a los fenómenos de la putrefacción.

Un aprendizaje útil
La mancha verde abdominal que se presenta en la fosa iliaca derecha aparece entre las 24 y 36 horas para luego extenderse por todo el cuerpo del fallecido en la llamada fase cromática de la descomposición.

La muerte es la culminación final de la vida; aunque su llegada sea incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse, esta es un proceso biológicamente bien organizado.

La determinación de los signos positivos de muerte hemos visto que puede ser útil para ser más conscientes de la pérdida de un ser querido.

Conocer y observar estos fenómenos cadavéricos que son claramente signos de muerte, puede ser de utilidad en el proceso de duelo.

Hemos ilustrado los llamados fenómenos cadavéricos tempranos ya que son los más fácilmente observables en la vela de un difunto.

La observación de estos signos de muerte puede ayudar a los vivos a un proceso reflexivo en torno al proceso de morir desde una visión más objetiva.

Finalmente, apuntamos otro fenómeno que que ya pertenece a la denominada Fase cromática el cual aparece entre las 24 y 48 horas. Es un fenómeno que manifiesta que el cadáver está sometido ya de forma plena por la putrefacción.

Se trata de la mancha verde abdominal en la fosa ilíaca derecha de los cadáveres durante la fase cromática de la putrefacción. Este fenómeno es el resultado de procesos bioquímicos relacionados con la descomposición de la hemoglobina de la sangre que da un compuesto verdoso junto con los enzimas verdosos de la actividad bacteriana abdominal y.

Su aparición constituye un signo inequívoco de muerte cierta. En algunas tradiciones religiosas, se dice que la liberación del espíritu no se produce hasta la aparición de la mancha verde abdominal.

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Para quién quiera algo más de información hay un artículo titulado Chronothanatognosis illustrated en portugués que destaca por unas ilustraciones muy claras y elocuentes. Así mismo, otro artículo más detallado sobre los procesos cadavéricos interesante es Fenómenos cadavéricos y el tanatocronodiagnóstico (2019), Universidad de Guadalajara (México). Remarcable es también el portafolio del fotógrafo alemán Patrick Budenz (1971-), quién ofrece una interesante visión sobre el tema post mortem.

Antes y después de morir

Cada persona vive el final de vida de forma particular. El fotógrafo alemán Walter Schels (Landshut, 1936) y su pareja Beate Lakotta, grabaron entrevistas (entre finales de 2003 y principios de 2004) con personas en sus últimos días, que revelaban mucho sobre la muerte y la vida.

De cada persona hicieron un retrato durante el proceso de morir y justo tras la muerte. En la imagen adjunta Peter Kelling, 64 años (cáncer con metástasis), funcionario de la Dirección de Salud y Seguridad que no se permitía ningún vicio y que no comprendía como se podía consumir como lo hacía. La foto de la izquierda fue tomada el 29 noviembre 2003;la de la derecha tras morir el 22 diciembre 2003.

Acompañar en el proceso final de vida de una persona puede ser útil para la familia disponer de imágenes que visualicen especialmente la paz que se refleja en estos momentos finales. Una opción en la que la doula de la muerte puede colaborar, si la familia lo valora.

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