La sangre es tan vital como terrorífica. De la misma forma que una transfusión de sangre puede salvar a una persona, esta nos puede horrorizar cuando se derrama a raudales. La sangre impresiona y a la vez es un líquido preciado por la fauna hematofágica.

A través de la sangre fresca se transmiten enfermedades. La peste negra, que afectó a Eurasia en el siglo XIV, diezmando su población, fue transmitida por un insecto hematofágico (en concreto las pulgas).

Es lógico que la sola visión de la sangre cause respeto y a su vez sea un elemento que se aproveche para crear miedo y/o sobresaltar nuestro cuerpo emocional.

Nuestra relación con la sangre, tanto viva como muerta, debería cambiar. Aprovecho la vivencia de un evento traumático, que dejó mi edificio residencial lleno de sangre, para reflexionar sobre este elemento imprescindible para la existencia de Vida.

De la médula ósea al laboratorio
Ilustración sobre los componentes básicos de la sangre: hematíes o glóbulos rojos, leucocitos o glóbulos blancos y plaquetas. ilustración de la terapia con plasma rico en plaquetas (PRP o hilado de sangre) para lesiones musculares.

Que el corazón envía la sangre por todo el cuerpo fue descubierto por el médico inglés William Harvey (1578-1657) quién anunció su descubrimiento en Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus (1628) publicado en Frankfurt. 

El teólogo Miguel Servet (1511-1553) había descubierto anteriormente la circulación pulmonar, aunque todo ello pasó desapercibido al ser condenado y quemado vivo por blasfemo.

La sangre ha estado en el centro de la investigación y hoy sabemos que la sangre está constituida por un líquido denominado plasma y tres clases de células: hematíes, eritrocitos o glóbulos rojos, leucocitos o glóbulos blancos y plaquetas. Cada una de las cuales desempeña una función específica.

La sangre representa aproximadamente el siete por ciento del peso de un cuerpo humano promedio. Así, se considera que un adulto tiene un volumen de sangre de aproximadamente de cinco litros, de los cuales alrededor de los tres litros son plasma sanguíneo.

Todas las células de la sangre son el resultado de la diferenciación y maduración de las células madre, también denominadas progenitores hematopoyéticos. En el adulto, estas células madre se localizan en la médula ósea situada en el interior de los huesos.

La coagulación de la sangre, empezó a ser descifrada a partir del siglo XVII, con el descubrimiento de la fibrina en la estructura de los coágulos, y más tarde de la trombina de las plaquetas.

En la actualidad los análisis de sangre aportan una valiosa información sobre la salud de las personas y es un valiosa fuente de información para detectar enfermedades y disfunciones fisiológicas.

La sangre es un portador de información biológica y también de transmisión de patógenos. Sin embargo, cuando el organismo muere, su sangre se coagula y todo lo que alberga y contiene queda inerte. La sangre muerta no se puede resucitar.

La sangre más allá de la vida
Imagen del frotis de sangre coagulada bajo el microscopio a 100 aumentos en la que se aprecian algunos de sus cuerpos celulares como neutrófilos y glóbulos rojos de sangre. Foto: Prolab.

La sangre es un tejido fluido cuyo color rojo característico es debido a la presencia del pigmento hemoglobínico contenido en los eritrocitos. Pero una vez esta sale al exterior del cuerpo humano se inicia la coagulación.

Cuando se produce una muerte traumática la sangre suele derramarse por el entorno donde caiga el fallecido. Las manchas de sangre que aparecen en una escena mortal aportarán una importante información sobre el hecho.

El estudio de las manchas de sangre es un elemento de interés relevante para la ciencia forense y criminalística, ya que estas aportan indicios que facilitan al esclarecimiento de un suceso mortal.

Cuando la sangre se derrama lo hace en un color rojo brillante, sin embargo, hacia los diez o doce minutos ya ha coagulado por lo que empieza a secarse adquiriendo poco a poco una tonalidad del café.

En el transcurso de los días se vuelve negra; esto se debe a la transformación sucesiva de la hemoglobina en metahemoglobina y hematina ácida.

Algunos autores han incluso clasificado el color de la sangre derramada, caso del Dr. Camille Léopold Simonin (1891-1961), que fue director del Instituto de medicina legal de Estrasburgo.

Este científico estableció un tabla de colores para la sangre desde el momento que se derrama como de color "laca geranio" para evolucionar al cabo de una hora en "rojo grosella", para pasar a color "sangre de buey" a las dos horas, y a "púrpura granate" a las tres horas y así sucesivamente.

La sangre y otros fluidos corporales deben considerarse potencialmente infecciosos, aunque no más que el entorno natural con aguas estancadas, tierras contaminadas o atmósferas insalubres. Foto: Unsplash.

La coagulación es un proceso enzimático que inicialmente hace viscosa la sangre y luego esta toma una consistencia sólida. Esto se debe a que el fibrinógeno, que es una sustancia presente en el plasma y  el cual se encuentra en solución, se transforma en un sólido, llamado fibrina.

El coágulo está formado por una red de finos filamentos de fibrina, que encierra a los componentes celulares y bioquímicos que estaban presentes en la sangre.

A medida que la sangre ha coagulado y pasa el tiempo, la llamada ciencia de la serología forense, tan sólo puede determinar el grupo sanguíneo, caracterizar el ADN y detectar algunas sustancias químicas que estuvieran presentes en el riego sanguíneo en el momento de la muerte.

Pero, transcurridos las primeras doce horas de coagulación no es posible detectar ni resucitar ningún organismo vírico ni bacteriológico vivo que estuviera presente en la sangre.

La sangre no es más que peligrosa que el propio entorno, pero es cierto que hay que tomar precauciones higiénicas cuando se está en contacto con ella, especialmente, si es fresca o recién coagulada.

La limpieza higiénica de las muertes traumáticas
Escenario de un evento traumático en una vivienda.

La limpieza de espacios afectados por actividades violentas nos llegó con la película Pulp Fiction (1990) y su especialista, el señor Lobo, que aplicaba ingeniosos procesos para dejar impoluta la escena de un crimen. En nuestro país existe un libro tipo publireportaje relatando las desventuras de una empresa del sector.

En países como Estados Unidos existe toda una legislación específica que obliga a sanear y desinfectar los escenarios de cualquier suceso violento o descontaminación de la escena del crimen: CTS Decon (Crime and Trauma Scene Decontamination)

En España, aunque no hay una normativa específica, existen bastantes empresas especializadas en limpiezas de hechos traumáticos o muertes violentas (1) (2) (3) (4).

Las limpiezas de muertes naturales desatendidas o de personas solitarias que fallecen sin que nadie se entere, provoca una realidad más compleja derivada a menudo de la descomposición humana. Es habitual que el fenómeno de la muerte en solitario vaya asociado con viviendas que también padecen del síndrome de Diógenes.

El síndrome de Diógenes es un trastorno psíquico del comportamiento en el que el sujeto tiende a acumular objetos inútiles en gran cantidad y de forma desordenada. También hay la variante del sindrome de Noé, con viviendas en las que la persona fallecida habitaba con innumerables animales domésticos (habitualmente gatos).

Por supuesto, la que puede ser más impactante es la limpieza forense de escenarios traumáticos (crímenes, torturas, suicidios con arma) ya que a menudo hay restos cadavéricos  (tejido, hueso, piel, fluidos corporales, fauna nociva, virus, etc.) y sangre esparcidos por el entorno.

Algunas empresas especializadas en limpiezas traumáticas o forenses de crímenes, plantean su servicio con el empleo de productos biocidas de alta toxicidad en aras a garantizar la desinfección.

Escena del juego Serial Cleaner basado en el film Pulp Fiction que propone la limpieza de un espacio de tragedia multiple.

Lamentablemente, aunque posible, no es habitual que las limpiezas traumáticas se atiendan con criterios de mínimo riesgo químico tanto para la salud de las personas como del entorno.

Limpiar la sangre de las superficies se puede hacer con hipoclorito sodico (lejía) y la desinfección con clorito de sodio. Para neutralizar los olores lo más adecuado es el ozono, un gas que es inocuo para el medio ambiente.

El ozono tiene la particularidad de ser además uno de los agentes desinfectantes e higienizantes más respetuosos con el entorno ya que se volatiza y se convierte en oxígeno pasados unos veinte minutos.

Ante la necesidad de una limpieza forense deberíamos exigir que la empresa escogida para realizarla evite o utilice los menos productos tóxicos para el medio ambiente. Así mismo, es aconsejable cerciorarnos que harán un correcto tratamiento de los residuos que resulten de la limpieza.

Por supuesto, en casos de muerte traumática o desatendida, no se pueden proceder con la limpieza hasta que las autoridades judiciales o policiales hayan concluido con sus investigaciones.

La limpieza sutil o energética del entorno trágico
Inmueble destrozado y afectado por una actividad de consumo de drogas y negocio sexual.

Limpiar y desinfectar un lugar afectado por una muerte traumática tiene una componente higiénica y sanitaria, pero tampoco se puede olvidar la componente sutil, energética o emocional que se impregna en el lugar donde ha acontecido.

Una de las geopatías más habituales en algunas viviendas o terrenos deriva precisamente de eventos trágicos que se impregnan en la memoria del lugar y que pueden acabando por afectar a los residentes. En este sentido hay algunos métodos de sanación de viviendas que contemplan este carácter espiritual para armonizar el espacio.

Cómo afirmaba el teólogo Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955): "No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales con una experiencia humana". Así que la vida es un hecho espiritual en una dimensión física y es esta conexión la que permite transmutar la realidad cuando es contraria al propósito de vida.

Es cierto que el olor de la muerte no es apto para respirar durante una larga exposición y es recomendable neutralizarla. El olor se puede extraer, entre otros métodos, como ya se ha comentado con aplicaciones de gas ozono, que además es un buen desinfectante.

El escenario de un crimen o de un evento trágico puede convertirse en un decorado sangriento que afecta a la sensibilidad de la mayoría de los seres humanos.

Toda escena traumática como resultado de una muerte violenta o en solitari y especialmente si se ha iniciado la descomposición produce una conmoción a quien la encuentra. La limpieza de un espacio afectado por un evento trágico es, por tanto, una necesidad.

Pero más allá de la limpieza higiénica necesaria, no hay que olvidar la huella energética que deja toda tragedia en el espacio físico. Así que la limpieza del aspecto sutil que causa una muerte trágica es quizás incluso más importante. Un especialista en limpieza forense en Ciudad de México, Donovan Tavera, cuyo trabajo queda recogido en el corto The death cleaner (2021) de Louise Monlaü lo deja claro.

Una de las clientes le expresa mirando al limpiador: “Nos abriste la puerta de la casa. Es como si te hubieras metido en mi corazón y hubieras hecho la limpieza que hiciste aquí en mi cuerpo también”, asegura frente a la cámara una de las clientas.

El limpiador remarca: “Obviamente guardan el dolor y la pérdida, pero la limpieza cambia la manera de afrontarlo". La sangre no mata, pero la limpieza del escenario donde la muerte deja su profunda huella otorga la paz a quiénes la perdieron frente al evento vivido.

Más allá de la limpieza higiénica
Cocina repleta de alimentos en la vivienda donde se halló una persona muerta en solitario afectada por el síndrome de Diógenes.

En síntesis: ante el caso de la vivienda de una persona fallecida y afectada por el síndrome de Diógenes, exige eliminar la suciedad almacenada y los parásitos que la colonizan aprovechando los recursos nutricionales que produce este tipo de entorno.

Si además ha habido en la escena del crimen actividades delictivas, desde el consumo de drogas a abusos sexuales, etc., además de destrozos eb el interior del inmueble, no basta con simplemente limpiarla o repararla en términos físicos.

Está claro que el primer paso es atender la higiene y la salubridad (imprescindible sin duda). Pero no es suficiente y es recomendable que  el propietario del inmueble afectado por un evento trágico contemple la "limpieza espiritual" o "energética" del escenario. La llamada "suciedad sutil o energética", puede afectar a la calidad de vida de los futuros residentes.
 

Nota: por razones de seguridad el autor que ha cedido las imágenes para su uso en este artículo, ha explicitado que no conste su nombre ni el lugar donde fueron tomadas.

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