Las causas que desencadenan la muerte de un ser humano pueden ser múltiples. Sin embargo, hay realidades que la favorecen. Algunos están asociados a un estilo de vida concreto, como son la herencia genética, la alimentación o la carga emocional. Otros dependen de la calidad higiénica y ambiental del entorno que nos rodea.

Sin duda la muerte es imprevisible y azarosa, pero se pueden crear condiciones para mermar la vitalidad biológica hasta el deceso. Es importante saber que la calidad del aire, no sólo de la contaminación química sino también electromagnética, es bien conocido que inciden en la mortalidad prematura.

Respirar el ambiente contaminado del aire de muchas de las ciudades europeas (españolas incluidas) es la responsable del incremento de la morbilidad y también de la mortalidad prematura en la ciudadanía. A su vez, sobre la contaminación electromagnética o CEM circulando por el aire, aunque más difícil de valorar, también hay indicios de sus efectos letales en la salud de las personas.

Creemos importante tomar conciencia de estas realidades ambientales, porqué está demostrado que inciden en la mortalidad prematura del ser humano. 

Atajar las causas de estas contaminaciones exige de una conciencia colectiva y cambiar determinados hábitos. La muerte es inevitable como realidad vital, pero se pueden crear las condiciones para que el vivir sea saludable y digno.

La mala calidad del aire de las ciudades y las muertes prematuras
Vista panorámica sobre la ciudad de Barcelona en la que se aprecia la masa de aire contaminado y que el fenómeno de la inversión térmica pone de relieve de forma espectacular.

Los dos elementos perjudiciales para la salud de las personas más abundantes en el aire de las ciudades metropolitanas españolas son el dióxido de nitrógeno (NO2), un gas irritante que ataca a los pulmones y está producido sobre todo por los motores de combustión interna, y las partículas en suspensión (PM) de menos de 10 micras (PM10), que afectan especialmente a los sistemas respiratorio y cardiovascular. 

Por su parte, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), reconoce que el ozono troposférico y las partículas en suspensión especialmente las de de menos de 2,5 micras (mayoritariamente provienen de la combustión de los motores diesel) son los contaminantes más preocupantes presentes en el aire de las ciudades españolas. Además advierten que la exposición a los provoca daños a las vías respiratorias y un incremento en las alergias y mortalidad prematura.

Los datos de esta mortalidad prematura se relacionan con el hecho que el 84% de la población europea reside en ciudades contaminadas por partículas en suspensión de entre 10 y 2,5 micras.

Los problemas respiratorios causados por las partículas en suspensión o la hidrosolubilidad de gases inhalados debido al tráfico urbano empeoran día a día.

El asma y la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), pero también neumonías u otras infecciones respiratorias, son las dolencias más habituales provocadas por la contaminación del aire urbano.

El aire contaminado de las ciudades además de disminuir la capacidad pulmonar de las personas sanas, es claramente una causa de mortalidad, aunque haya una negación colectiva de este problema. No será por falta de datos ni de estudios sobre este problema mortal.

Efectos de la contaminación del aire en la salud de las personas
Efectos de la contaminación del aire en el cuerpo humano. Fuente: https://www.isglobal.org/es/ciudadesquequeremos

Ciudades como Barcelona o Madrid registran unos niveles de contaminación (especialmente de partículas en suspensión PM10 y de dióxido de nitrógeno NO2, emitidos sobre todo por los vehículos) por encima de las recomendaciones de la OMS, lo que es muy nocivo para la salud de la población.

Aunque estas partículas son invisibles a nuestros ojos, estos contaminantes son muy perjudiciales para la salud de todas las personas, pero especialmente para los colectivos más vulnerables, como niños y niñas, mujeres embarazadas, personas adultas con cardiopatías o afecciones respiratorias y personas mayores.  

El aire contaminado de las ciudades afecta al sistema cardiovascular, respiratorio, inmunológico y endocrino. Además favorece la aparición de asma y diabetes, retrasa el desarrollo pulmonar y del cerebro de los niños y, en general, reduce la calidad y la esperanza de vida.

Investigaciones de ISGlobal concluyen que la exposición residencial a la contaminación atmosférica durante el embarazo puede provocar anomalías cerebrales en el feto que pueden contribuir en un futuro a una reducción en la capacidad cognitiva de niños y niñas en edad escolar.

La exposición diaria a dióxido de nitrógeno (NO2) y hollín (o carbono negro), dos de los contaminantes asociados al tráfico, afectan el desarrollo cognitivo infantil.

Mejorar la calidad del aire en las ciudades debe ser una prioridad absoluta para los gobiernos, ayuntamientos y planificadores urbanos.

Hay muchas soluciones disponibles para mitigar sus efectos, pero hay que actuar y poner nuestra salud y bienestar en el centro del diseño urbano.

El ayuntamiento de Barcelona valora que una reducción de los niveles de contaminación en su conurbación hasta los umbrales recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) evitaría, cada año, 659 muertes prematuras en la ciudad e incrementaría la esperanza de vida de la ciudadanía en 52 días. Las muertes en Barcelona por exceso de contaminación se cifran en 350. El 70 % de los barceloneses están expuestos a niveles de NO2 superiores a los recomendados por la OMS y por la UE.

Contaminación del aire y la pandemia Covid-19
El aumento de un solo microgramo por metro cúbico en la concentración de estas partículas hace subir un 15 % la tasa de mortalidad. Hay evidencias del incremento de casos de Covid-19 en las ciudades con índices de contaminación del aire más elevados.

El 98 % de la población puede estar expuesta a niveles de PM10 superiores a los que recomienda la OMS, y el 68 %, a niveles de NO2 superiores. La contaminación del aire es pues uno de los principales problemas de salud pública de la Unión Europea. Esta causa más de 400.000 muertes prematuras al año.

En los últimos años se han multiplicado las evidencias que relacionan salud y contaminación. Así un estudio epidemiológico a gran escala del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación Bancaria La Caixa, y la Sociedad Americana contra el Cáncer, vincula algunos contaminantes del aire con la mortalidad por cáncer de riñón, vejiga y colorrectal.

La investigación, se basa en un seguimiento durante 22 años (de 1982 al 2004) de más de 600.000 individuos adultos. Los datos obtenidos permitió relacionar la mortalidad por 29 tipos de cáncer con la exposición residencial a tres contaminantes ambientales: PM2,5, dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono (O3).

Uno de los trabajos más robustos desde el punto de vista metodológico es el que han realizado investigadores de la Universidad de Harvard. Tras analizar los datos de 3.080 condados en EE UU (prácticamente todo el país), han encontrado una asociación entre mayor mortalidad por coronavirus y niveles más altos de las peligrosas partículas PM2,5 (con diámetro inferior a 2,5 micras). El aumento de un solo microgramo por metro cúbico en la concentración de estas partículas hace subir un 15 % la tasa de mortalidad.

Algunos expertos pues señalan en artículo publicado por la Agencia Sinc que la larga exposición a las PM2,5 perjudica a los sistemas respiratorio y cardiovascular y aumenta el riesgo de mortalidad, y que esta también está afectando negativamente a la gravedad de los síntomas de infección por COVID-19 y empeorando el pronóstico de los pacientes con esta enfermedad.

Aplicarse en el principio de precaución con la tecnología 5G
La 5G aumentará notablemente la exposición a los campos electromagnéticos (CEM) de radiofrecuencia (RF) respecto de la 2G, 3G, 4G, WIFI, etc. ya existentes. Los CEM de RF han demostrado ser perjudiciales para los seres humanos y el medio ambiente.

Otra contaminación del aire que lleva décadas de polémica es la de los campos electromagnéticos (CEM) causada por las radiofrecuencias de las telecomunicaciones (del 2G al 5G) y que ha motivado ya una advertencia de científicos y médicos, la EU 5G Appeal  sobre las graves consecuencias para la salud de las personas.

La contaminación de los CEM impacta contra muchos intereses económicos, pero la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) ha abogado por la precaución con respecto a su exposición. Esta Agencia reconoce la evidencia de que hay casos de salud debido a los efectos de los CEM en los que no se utilizó el principio de precaución provocando que especialmente determinadas antenas provocaran efectos irreversibles para la salud humana y el medio ambiente.

De hecho incluso la Comisión Internacional de Protección contra Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP), una organización no gubernamental participada por los operadores de telefonía y reconocida formalmente por la OMS, emite directrices para limitar la exposición a campos eléctricos, magnéticos y electromagnéticos (CEM), aunque, este organismo no realiza una evaluación integral de los riesgos para la salud asociados con la radiación de radiofrecuencia por ser arte y parte.

Estudios sobre los riesgos de los CEM no faltan desde hace lustros. La llegada del 5G ha hecho saltar todas las alarmas sobre la necesidad de protección ante los efectos que ya se han vislumbrado sobre la salud de las personas.

Para dejarlo un poco claro, la radiación de radiofrecuencia (RF) es la emitida de 3 MHz a 300 GHz, el rango de frecuencias que emplean las antenas de telecomunicaciones, los puntos de acceso Wi-Fi, routers, los teléfonos inteligentes, las tabletas y los teléfonos inalámbricos, etc.

La contaminación del aire por sustancias químicas es visible, la de la radiofrecuencia hay que medirla en aparatos poco conocidos. En ambas contaminaciones de la atmósfera (sustancias químicas volátiles y radiofrecuencias), la muerte prematura está ligada a su existencia. Los entornos urbanos son los más sensibles debido a la elevada concentración de campos electromagnéticos. Los CEM son pues un problema de salud que es evaluable en estadística como responsable de mortalidad prematura.

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