Las cenizas humanas se consideran un material inerte cuya composición es sobretodo la que proviene de los huesos, es decir, fosfato cálcico (1).  Algunas funerarias dejan entrever que contienen sustancias tóxicas para que se depositen en los cementerios pagando la correspondiente tasa.

Los análisis de las cenizas humanas más modernos se han realizado con la técnica de Espectroscopia de Emisión de Plasma Acoplada Inductivamente. El mineral que compone el hueso es la hidroxilapatita, un tipo de fosfato de calcio con la fórmula Ca5(PO4)3(OH).

Sin embargo, con el calor de la cremación, una parte se transforma en fosfato tricálcico o Ca3 (PO4)2. En todo caso, el fosfato de calcio es un buen fertilizante.

Las cantidades de microelementos que pueden contener depende en parte del proceso de cremación, pero esencialmente se componen pues de fosfatos, sulfatos (un compuesto que contiene el grupo bivalente SO4) así como calcio y potasio (2).

Las cenizas de un difunto contiene pues sales que pueden ser utilizadas como fertilizante para el suelo o incluso en el medio acuático.

La bondad de las cenizas de cremación queda patente cuando estas se mezclan con sustrato vegetal natural y se emplean en urnas cinerarias para hacer crecer un árbol o una planta.

La riqueza de nutrientes de las cenizas del fallecido es indiscutible y no es perjudicial para el entorno natural. Su disposición en la naturaleza no altera la ecología del entorno u no puede considerarse un residuo tóxico.

Sin embargo, la legislación sobre la disposición de las cenizas en la naturaleza varía de un país a otro. En España está autorizada.

La calidad de las cenizas

Es cierto que la calidad de las cenizas en parte depende de los materiales que compongan el féretro. No son iguales las cenizas de un ataúd de cartón que uno de madera compacta y sobretodo si estos contienen materiales plásticos como los de los tejidos del acolchado con fibras textiles sintéticas.

La inocuidad para el medio ambiente de las cenizas va ligada no tanto a las propias cenizas sino a los complementos de estas en el momento de esparcirlas. Por eso la Agencia del Medio Ambiente del Reino Unido, advierte de no abandonar ni la bolsa de plástico que contiene las cenizas, ni las urnas ni flores o papeles de recuerdo. 

En el crematorio, antes de entregar las cenizas del difunto a la familia estas son trituradas y seleccionadas por lo que son de textura uniforme y de ellas se han retirado los pequeños residuos que pudieran quedar.

En definitiva, las cenizas que se entregan a la familia del difunto están libres de cualquier sustancia tóxica ya que todas las desprendidas del ataúd o complementos incinerados,se han volatilizado en el horno y han quedado retenidas en los filtros de estos. 

Así que las sustancias tóxicas que se desprenden durante la cremación, tales como dioxinas, furanos, mercurio, etc. siempre que el crematorio disponga del filtro adecuado, quedarán atrapadas en ellos. Estos filtros luego son tratados como residuo especial por una empresa autorizada.

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