La muerte es el final lógico y necesario de esta vida terrenal dentro de una continuidad en lo que todo está estrechamente relacionado y donde todo lo anterior influye en lo posterior.

La manera de vivir, la actitud ante la vida determinará en gran medida nuestro comportamiento ante la muerte. Robert Neimeyer en su libro Aprender de la pérdida lo deja claro: “En las conductas cotidianas más simples se esconden gran parte de lo que nos hace falta para sentirnos mejor pero es preciso estar atento y abrir nuestra consciencia para darnos cuenta de esta evidencia”.

Un relato de Mariano Osorio lo remata con creces, así que por eso aquí lo dejo.

Vive el presente

Mi amigo abrió el cajón de la cómoda de su esposa y levantó un paquete envuelto en papel de seda.

“Esto -dijo- no es un simple paquete, es lencería.” Tiró el papel que lo envolvía y observó la exquisita seda y el encaje.

“Ella compró esto la primera vez que fuimos a Nueva York, hace 8 o 9 años. Nunca lo usó. Lo estaba guardando para una “ocasión especial”.

Bueno…creo que esta es “la ocasión”. Se acercó a la cama y colocó la prenda junto a las demás prendas que iba a llevar a la funeraria. Su esposa acababa de morir.

Volviéndose a hacia mí, dijo: “No guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial”.

Todavía estoy pensando en esas palabras, que han cambiado mi vida…

Ahora estoy leyendo más y limpiando menos. Me siento en la terraza y admiro la vista sin fijarme en las malas hierbas del jardín.

Paso más tiempo con mi familia y amigos y menos tiempo en el trabajo. He comprendido que la vida debe ser un patrón de experiencias para disfrutar, no para sobrevivir.

Ya no guardo nada. Uso mis copas de cristal todos los días. Me pongo mi saco nuevo para ir al supermercado, si así lo decido

Ya no guardo mi mejor perfume para fiestas especiales, lo uso cada vez que me provoca hacerlo.

Las frases “algún día…” y “uno de estos días…”, están desapareciendo de mi vocabulario.

Si vale la pena verlo, escucharlo o hacerlo, quiero verlo, escucharlo o hacerlo ahora.

No estoy seguro de lo que habría hecho la esposa de mi amigo si hubiera sabido que no estaría aquí para mañana que todos tomamos tan a la ligera.

Creo que hubiera llamado a sus familiares y amigos cercanos. A lo mejor, hubiera llamado a algunos antiguos amigos para disculparse y hacer las pases por posibles enojos del pasado.

Me gusta pensar que hubiera ido a comer comida china, su favorita.

Son esas pequeñas cosas dejadas sin hacer las que me harían enojar si supiera que mis horas están limitadas.

Enojado porque dejé de ver a buenos amigos con quienes me iba a poner en contacto “Algún día…”.

Enojado porque no escribí ciertas cartas que pensaba escribir “uno de estos días…”.

Enojado y triste porque no le dije a mis hermanos y a mis hijos con suficiente frecuencia, cuanto los amo.

Ahora trato de no retardar, detener o guardar nada que agregaría risa y alegría a nuestras vidas.

Y cada mañana me digo a mí mismo que este día es especial,… cada día, cada hora, cada minuto… es especial"...

Es así como la muerte se convierte en una amiga cuando estamos en cualquier momento dispuestos para acompañarla.

 

 

Fotos: Unsplash. Beautiful Free Images

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