Existen muchos libros que recopilan el testimonio de diferentes personas que han afrontado la muerte de seres queridos y como esta situación les ha llevado a reflexionar sobre cuestiones vitales. Escritores que nos deleitan con sus narraciones, su historia real a veces pasada por la ficción.

En cualquier caso se trata de libros que abordan la muerte y el duelo desde el testimonio personal. No es una recopilación exhaustiva, pero son algunos de los títulos publicados en nuestro país que desde la narrativa nos adentran en un tema básico para asumir la propia muerte.

Selección de libros vivenciales

Una pena en observación (Anagrama, 1994)  de C.S. Lewis. Tras el fallecimiento de su esposa, la también escritora Helen Joy Davidson Gresham, Lewis realiza una disección de sus recuerdos, sus sentimientos y sus creencias, con una sinceridad que por momentos raya en la crueldad consigo mismo, al mismo tiempo que busca un Dios que dé consuelo o explicación al dolor. Este libro inspiró la película Tierras de penunbra (1993) de Richard Attenborough.

Mortal y rosa (Editorial Austral, 2003) de Francisco Umbral, quien evoca la muerte de su hijo desde la inhóspita revelación de la pérdida, construye un largo monólogo en que la muerte actúa como coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora.

El año del pensamiento mágico (Global Rythm, 2005) y Noches azules (Random House, 2011): la noche en que regresaban de visitar a la hija de ambos, que permanecía en coma en un hospital, el marido de la estadounidense Joan Didion cayó muerto a sus espaldas. Dos años después, su hija también murió. Estos dos libros funcionan en desquiciado espejo y cuentan esas experiencias.

La invención de la soledad (Anagrama, 2010)  de Paul Auster interesante  reflexión sobre la paternidad y sobre la muerte, sobre el ejercicio de la memoria y de la escritura.

Vinieron como golondrinas (Libros del Asteroide, 2006) de William Maxwell, obra de una delicadeza y una sensibilidad asombrosas en la que el autor se enfrenta por primera vez con el recuerdo de la muerte de su madre.

Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013): la colombiana Piedad Bonnett tras el suicidio de su hijo, escribió este libro en el que narra su propio duelo, y la vida y la muerte de ese joven con vocación de artista plástico.

La hora violeta (Alfaguara, 2023): Sergio del Molino, nos sumerge en el fallecimiento de su hijo Pablo a los dos años por causa de una leucemia. Del Molino cuenta su vida como padre en un libro que funciona como una larga carta al hijo muerto.

Mi libro enterrado (Mansalva, 2013): el escritor argentino Mauro Libertella escribió este, su primer libro, después del fallecimiento de su padre, el prestigioso escritor Héctor Libertella, preguntándose cómo se puede escribir a la sombra de un padre genial.

Mi abuela, Marta Rivas González (Ediciones Universidad Diego Portales 2013): su abuela fue, para el chileno Rafael Gumucio, un personaje clave. Aquí el autor cuenta su vida y su muerte, y la magnética influencia que ejercía sobre él.

Tiempo de vida (Anagrama, 2010): el español Marcos Giralt Torrente escribió acerca de un tema universal —la muerte del padre—, repasando la compleja relación que mantuvo con el suyo hasta el día de su fallecimiento.

Di su nombre (Sexto Piso, 2011): el estadounidense Francisco Goldman perdió a su esposa, Aura Estrada, cuando una ola le quebró el cuello en la costa mexicana. La vida de Goldman devino un infierno, y este libro da cuenta de ese tiempo transcurrido en completa oscuridad. 

Canción de tumba (Random House, 2011): el mexicano Julián Herbert, a los pies de la cama en la que agonizaba su madre, comenzó a llevar esta suerte de diario que repasa los pliegues más difíciles de la relación entre ambos.

La muerte del padre. Mi Lucha 1 (Anagrama, 2012) de Karl Ove Knausgard  que es una historia universal de los combates que todos debemos librar, una novela tan profunda como absorbente escrita como si la propia vida de su autor estuviera en juego.

La ridícula idea de no volver a verte (Seix Barral, 2013) de  Rosa Montero. Combina dos aspectos: por un lado, se adentra en la emoción sin tapujos de dos mujeres de gran honestidad y congruencia que han vivido la pérdida de sus parejas: Marie Curie y ella misma. Pone palabras a la locura que supone la pérdida y la vida tras la pérdida.

Niveles de Vida (Anagrama 2014) de Julián Barnés, habla de la aventura de vivir, de los retos imposibles, del amor que todo lo desborda y del dolor de la pérdida. Y lo hace entretejiendo tres piezas independientes.

También esto pasará (Anagrama, 2015) de Milena Busquets, novela sobre cuando era niña, y para ayudarla a superar la muerte de su padre, a Blanca su madre le contó un cuento chino. Un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles.

Despedida que no cesa (Editorial Periférica, 2016)  de Wolfgang Hermann, que narra la muerte de su hijo adolescente tras 10 años de duelo. Este libro narra aquella experiencia, a la vez que el proceso de «resurrección» que tuvo que afrontar el propio autor para sobrevivir al dolor, para hacer que la vida volviera a ser, al menos, soportable.

La casa (Astiberri, 2016)  de Paco Roca. En este cómic o novela gráfica, Paco Roca relata la vivencia de tres hermanos que vuelven a la casa donde crecieron, un año después de la muerte de su padre, y se enfrentan a la compleja decisión de qué hacer con sus pertenencias. Éste es uno de los “trabajos” complicados dentro del duelo, que conecta con el recuerdo, con el vínculo.

Duelo (Libros del asteroide, 2017) de Eduardo Halfon quién nos  sumerge en aquellos que se originan en las relaciones fraternales: duelo como combate que se inicia con el nacimiento de un hermano y duelo también como luto por su muerte.

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